Una vez más, Iglesia pide perdón por abusos de curas

A diferencia de años anteriores, Mons. Claudio Giménez presidió anoche la víspera de la fiesta de la Virgen de Caacupé. En su homilía, el pastor cordillerano reconoció que algunos consagrados defraudan en su vocación y aprovechó el momento para pedir perdón a los fieles porque, según indicó, son también pecadores y necesitan mejorar cada día para perseverar en la vida religiosa.

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Monseñor Giménez pidió anoche nuevamente perdón por los sacerdotes que defraudan en su vocación. Explicó que el año de la misericordia que acaba de culminar llevó a buscar un cambio en el corazón, “pero también suceden cosas muy feas y nos duele mucho y nos da mucha vergüenza y tenemos ganas de pedir perdón por las cosas que suceden y me refiero al campo nuestro, el religioso, que de tanto en tanto, saltan casos, pero qué vamos a hacer, debemos reconocer que somos pecadores y que necesitamos mejorar cada día y mantenernos firmes en nuestra vocación”, dijo aludiendo a los sacerdotes denunciados por abusos y que defraudan en su vocación.

Justamente en estos días aparecieron nuevamente casos de manoseos como el cometido por el cura Silvestre Olmedo, de Limpio, y otra denuncia de supuesto abuso que involucra a un religioso de la diócesis de Encarnación.

Giménez dijo que hay muchas cosas más lindas en los religiosos y en los laicos y hay que seguir perseverando para que ese corazón se convierta en un pesebre, donde vuelva a nacer Jesús. Al referirse a la Navidad indicó que ojalá el pesebre siga en nuestros hogares porque es un catecismo excelente, pero es el corazón el que necesita ser un pesebre, porque allí debe nacer de nuevo el Salvador.

Volvió nuevamente a referirse a la escasez vocacional y pidió a los presentes orar porque el Paraguay necesita el doble de los sacerdotes que actualmente tiene, que son un poco más de 800 consagrados.

Una multitud ya se encuentra y seguía llegando a la Villa Serrana para participar hoy de la fiesta de la Virgen de Caacupé.

La víspera motivó una presencia masiva en la explanada, mientras los relámpagos se notaban detrás del Santuario hacia el poniente. Al concluir la emotiva misa empezó a llover.

El enviado del papa Francisco, cardenal Luis Héctor Villalba, celebrará hoy a las 06:00 la misa principal.

Peregrinos a pie, en buses de líneas, otros en carretas, en bicicletas o en vehículo propio arribaron ayer todo el día. El calor húmedo y el intenso sol, y por momentos la lluvia, no fueron obstáculos para los fieles. La mayoría ya participó de la víspera y la primera misa que se ofició esta madrugada. El coro animó toda la vigilia.

La misa de anoche fue dedicada a la vida consagrada, como ya es tradicional, en un momento nuevamente difícil para la Iglesia, cuyos sacerdotes estuvieron involucrados en casos de acoso y supuestos abusos.

Hasta la madrugada Caacupé recibía a una gran multitud. Sus calles estaban invadidas de fieles, mientras que en las veredas miles buscaban el descanso y refugio de la lluvia, rendidos luego del gran esfuerzo realizado para estar junto a la Madre común. Otro momento impactante fue cuando los fieles prendieron sus velas en el momento de la plegaria eucarística y hacia el final de la celebración.

Este año la diócesis de Caacupé vive un momento especial porque recuerda el 50º aniversario de su creación. Por tal motivo fue saludada por el papa Francisco, quien envió un mensaje para asociarse al acontecimiento y que será leído hoy a través de su delegado.

Anoche, al final de la víspera, el monseñor Giménez invitó a los religiosos y religiosas a ponerse frente al altar para renovar su vocación de servicio a la Iglesia y la sociedad. También les pidió una foto colectiva y aclaró que todo esto tenía que ver con el inicio del Trienio de la Juventud que abarcará los próximos tres años.

Mientras esto ocurría, la lluvia trajo un fresco a la Villa Serrana como preludio de la gran fiesta.

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