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“Esta solución es paliativa en el momento, pues esto es como un ‘búmeran’ (arma que tras ser lanzada retorna a su punto de origen si no impacta en el objetivo). En este caso la solución definitiva para la gente ‘beneficiada’ no se produce, pues después son esas mismas personas las que tendrán que pagar este populismo, teniendo que soportar, junto a sus familias, las consecuencias de vivir en tierras anegadizas, bajas”, reflexionó.
Aclaró que la frase “presente griego” (por el Caballo de Troya) se aplica para calificar un regalo que lleva en sí preocupaciones y perjuicios para el obsequiado en un futuro cercano.
Luego analizó las consecuencias que acarrean a la ciudad y a los propios ocupantes el estar en lugares considerados bajos. “Los asentamientos traen conflictos sociales de convivencia propia, pero sobre todo graves problemas de salud, principalmente en los niños, pues no se prevén la infraestructura e instalaciones necesarias para el buen hábitat de los pobladores, como desagües cloacales, pluviales, conexiones eléctricas y otros, que deben necesariamente tener estas propiedades antes de la entrega, pero que también son difíciles de construir por ser zonas bajas”, añadió.
“A esta gente se le da la esperanza de un techo, de una vivienda propia, incluso consagrada en la propia Constitución Nacional, donde dice que todos tenemos derecho a un pedazo de tierra, pero eso no significa que se le tiene que dar una porción sobre un estero o tierras muy marginales”, expresó el urbanista.