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De acuerdo a denuncias periodísticas, la médica, que también es asalariada del Instituto de Previsión Social, pasa sus horas laborales acompañada por su novio, a los arrumacos y sin trabajar.
Este sería solo apenas un caso de otros tantos que abundan en la institución pública.
Mientras algunos médicos cumplen su tarea, otros profesionales como Canata, que perciben más de un salario del Estado, abandonan sus guardias, mientras los pacientes esperan horas para recibir –con suerte– una atención deficiente y lejos de la “calidez y calidad” que pregona el Ministerio de Salud.