Redención para la humanidad

El espíritu del Sábado Santo nos ayuda a extender la meditación sobre el misterio de la Pasión y Muerte de Jesucristo. Aquel que no hizo alarde de su categoría de Dios y se encarnó por amor a la humanidad, hizo también por nosotros la experiencia de la muerte. Su descenso al lugar de los muertos, lejos de ser un fracaso en su misión, se convirtió en abundante redención para toda la humanidad. Junto a Él, todos los que esperaron en el Señor pudieron contemplar la vida plena junto a Dios, y gozar de la vida inmortal.

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María Santísima es ahora la madre de los discípulos, madre de los amigos de su amado Hijo Jesús. Es también quien acompaña al pueblo en sus luchas cotidianas, en su búsqueda de paz y esperanza. Para nosotros es ejemplo de paciencia, de perseverancia en la oración, de esperanza aun en el dolor. Vivir abrazados a Cristo Jesús nos transporta a encarnar estos valores y a potenciar la esperanza que no defrauda en el corazón de los que huyen de las sombras de muerte.

Oración 

Señor, Padre de misericordia y fuente de consuelo, ayúdanos a escuchar tu voz en el silencio. Que podamos tener los ojos bien abiertos para auxiliar al hermano que sufre, a quien perdió la esperanza, al que se está dejando vencer. Que la fuerza de tu Hijo que bajó al lugar de los muertos nos levante y nos haga más auténticos en el camino de seguimiento. María, madre tierna, intercede por nosotros para que alcancemos un día las puertas del cielo. Amén.

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