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Igualmente, muchos de los asientos finalmente quedaron desocupados porque no todos los invitados especiales acudieron a la misa. En esta zona los organizadores instalaron unas 14.000 sillas, de las cuales 2.000 se reservaron para las autoridades.
Los feligreses aseguraron que al igual que ellos, también tenían el derecho de participar de la misa de una forma digna y no bajo estas condiciones. En muchos casos, la fatiga por la vigilia obligó a los feligreses a sentarse y hasta acostarse en el lodo, a pesar de las sillas reservadas a los invitados especiales que quedaron sin ser utilizadas.