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Las flores utilizadas para el altar y el pedestal de la Inmaculada Concepción fueron astromelias, gipsófilas, crisantemos blancos y amarillos, orquídeas de la especie oncidium, follajes y rosas blancas y amarillas. La mayoría de las rosas fueron traídas de Ecuador y São Paulo (Brasil), y los follajes y demás son nativos.
Las orquídeas son del vivero privado de doña Nidia Rojas de Kennedy, quien donó todas las flores utilizadas para este evento.
A pedido del papa Francisco la decoración fue bastante sencilla y solo se usaron los colores de la bandera papal (blanco y amarillo), además de follajes verdes.
El pedestal de la Virgen, hecho de madera de cedro, fue cubierto con apliques de ñandutí y adornado con 200 cántaros de cerámica de diferentes tamaños que contenían flores.
El Santo Padre se acercó al pedestal para colocar el rosario de oro que le obsequió a la “Virgencita serrana”, como él mismo la llamó varias veces durante la misa que ofició en la Basílica el sábado 11 de julio.
Doña Coca dijo que desde que iniciaron los trabajos y las compras de las flores las bendiciones no pararon de llegar a su familia y todos los que ayudaron en esta tarea. Explicó que desde hace años regala las flores a la iglesia para las festividades marianas y cualquier evento que requieren. “Tenemos salud, trabajo y amor. ¿Qué más podemos pedir? Solo agradecer”, concluyó.