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“Rememorar el significado de ese encuentro resulta hoy una emoción que en su momento había embargado a todo el grupo de bailarinas. Aquello fue sublime... No fue una danza, fue una expresión corporal, pues había un libreto y nosotros interpretamos esa idea. Fue un acto de llamar la atención del mundo, de decir “miren cómo vivimos”... Era un canto de esperanza ese “Árbol de la vida”, que creó el escultor Hugo Pistilli”, manifestó la artista.
Teresa Capurro remarcó que la representación artística era el modo en que la gente podía expresar el sentimiento que guardaba en el corazón ante la figura del Sumo Pontífice. “La gente tenía miedo. Había un hipercontrol que te revisaban hasta el peinado”, subrayó. Con emoción reveló que la retribución más impactante para los artistas fue la bendición recibida de parte de Juan Pablo II. “El Papa se quedó tan contento con nuestra presentación que nos mandó varios regalos”, contó la bailarina.