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Tras la reciente promulgación de la Ley Nº 5476, que, de acuerdo con su primer artículo, tiene por objeto regular el uso de las tarjetas de crédito, se generan diversos efectos directos e indirectos sobre toda la economía, principalmente sobre el comercio y el consumo de las familias.
Tasas de interés
Las tasas del mercado de las tarjetas de crédito deben ajustarse a dos perspectivas interdependientes. Por un lado, la del negocio, y, por el otro, el bienestar social. En cuanto a las tasas registradas en el mercado paraguayo, al mes de setiembre se registró una tasa máxima media del 48,23% anual y una mínima del 21,64% anual para los bancos. En el caso de las financieras, el promedio de la máxima se ubicó en 43,44% anual y la mínima en 27% anual.
Al analizar la evolución de las tasas desde el año 2011, se verifica una tendencia al alza en la tasa máxima de los bancos acompañada por una tendencia a la baja de la tasa mínima. Dicha tendencia pudo verse influenciada por la política de bancarización impulsada por los bancos, que integró a nuevos participantes al mercado financiero con un mayor nivel de riesgo. Esta tendencia también se comprueba con el constante aumento en la cantidad de tarjetas emitidas. Por el lado de las financieras, se verifica una tendencia más estable, sin embargo, desde 2014 se verifican aumentos en la tasa máxima.
Si comparamos el comportamiento del mercado nacional con relación al regional verificamos que las tasas se encuentran acordes al promedio de la región, siendo Brasil uno de los países con tasas más elevadas, superiores al 160% anual, y Chile uno de los países con menores tasas para la región.
Tope
El artículo 9º de la Ley 5476 establece que los intereses máximos aplicables por el uso de tarjeta de crédito no podrán exceder tres veces el promedio de las tasas pasivas vigentes en el mercado.
Antes de esta ley, las tasas de interés eran fijadas por las entidades financieras de manera libre, atendiendo a los niveles de riesgo en cada caso y también a la rentabilidad deseada. La única regulación por parte del Banco Central era la de fijar un límite máximo de tasas en moneda nacional y extranjera equivalente a un 30% por encima del promedio de las tasas activas del sistema, después de lo cual se considera usura. Ese límite fue de 54,97% en el mes de agosto para el caso de créditos en guaraníes.
Precio del dinero
El mercado financiero y, dentro de él, el de tarjetas de crédito, tiene por definición asimetrías de información: el cliente SABE si va a devolver un crédito y el banco NO SABE si el cliente lo va a hacer. Esto implica la existencia de riesgos para la entidad financiera, que se compensan a través de incrementos de la tasa de interés, de manera que el cliente que paga cubre los costos del cliente que no paga.
Las intervenciones eficientes en los mercados financieros son aquellas que consiguen diseminar la mayor cantidad de información para los consumidores con el fin de generar mayor competencia y reducir la tasa de interés de manera genuina.
Los controles de tasa de interés (que es el precio del dinero) hacen que esta tasa deje de compensar por el riesgo que asume el banco y, por tanto, el mismo no tenga incentivos para seguir otorgando créditos o, en este caso específico, tarjetas de crédito.
El resultado final es la reducción de la oferta, lo que afecta a aquellos clientes cuyas tasas de interés no son suficientes para compensar el riesgo asumido, situación evidente sobre todo en niveles de ingreso más bajos.
Los de menos ingresos
Los principales afectados por esta ley serán los usuarios con ingresos medios-bajos y medios. Serían los principales perjudicados porque, al perder la tarjeta de crédito, perderían también la capacidad de utilizar la misma como medio de pago y como acceso al crédito. La regulación de las tasas podría llevar a una escasez de este tipo de crédito en los sectores de menores ingresos. Esto, a su vez, podría tener como consecuencia el aumento de la demanda de créditos en los mercados no financieros (tiendas) y los informales, que, al no tener regulación, podrían subir las tasas como consecuencia natural del exceso de demanda.
En síntesis, la pretendida protección al consumidor de tarjetas de crédito no tendría efectos positivos, ya que el usuario, al no tener tarjeta de crédito estará expuesto a tasas superiores en los distintos comercios y en el mercado negro.
Es importante considerar que deben ser los organismos responsables los que se involucren en este tipo de regulaciones y no el Parlamento, que no posee el conocimiento acabado para realizarlas. Este último sí debería controlar y fiscalizar, a través de sus funciones constitucionales, la gestión de estos organismos responsables, en este caso en particular, el Banco Central del Paraguay y la Superintendencia de Bancos.
En resumen
El impacto esperado a partir de esta nueva ley, se podría resumir en los siguientes puntos:
- Como los costos operativos y la morosidad son proporcionalmente mayores a menor línea de crédito financiada, afectaría principalmente a personas de ingreso bajo y medio bajo, que son las que acceden a líneas de crédito menores.
- Muchos clientes hoy bancarizados dejarán de serlo, ya que las tasas de interés cobradas por financiamiento no compensan los costos involucrados.
- Se reducirían los ingresos de parte de la cadena de pagos: bancos, supermercados, tiendas, recaudación tributaria.
- Desfinanciaría a los sectores de menores recursos.
- Reduciría el consumo, por desaparición de un medio de pago para ciertos sectores.
- Induciría a una menor formalización y, por ende, menor recaudación fiscal.
Es importante tener en cuenta que, de acuerdo con el Índice de Competitividad Global, Paraguay es uno de los países de América latina y el mundo con menor avance y acceso a servicios financieros de su población, situado en el puesto 80 entre 144 países. Por lo tanto, cualquier medida que pueda traer como consecuencia la reducción de los niveles de bancarización debe ser analizada con mucha cautela.