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GUARAMBARÉ (Higinio R. Ruiz Díaz, corresponsal). Ejercer a plenitud la docencia en nuestro país sigue siendo una materia pendiente por las aulas sin mobiliarios, edificios que se caen a pedazos y una remuneración paupérrima. Son condiciones que resaltan en la vida cotidiana de un maestro que dedica su tiempo y su vida a enseñar valores y crear ciudadanos de bien.
La enseñanza en nuestro país tiene dos etapas muy diferentes, la era analógica y la digital. Hasta hace diez años los maestros se desempañaban en una precariedad total en cuanto a tecnología y ahora que estamos mucho más avanzados en este rubro reciben el apoyo del Estado.
Sin lugar a dudas esta labor es todo un apostolado y más se resalta la labor de los docentes del siglo pasado, que sin ninguna comodidad trabajaban con ahínco y una firmeza moral para educar a los alumnos.
Para recordar aquellas épocas, llegamos hasta la casa de la Prof. Susana Arellano Vaesken, de 75 años, quien al borde de las lágrimas recuerda sus primeros pasos en la docencia, en los años 60 cuando siendo muy joven llegó a ocupar un cargo de directora en la capital del país.
“Fue una época diferente, prácticamente no teníamos nada y muchos maestros tenían que caminar kilómetros para llegar a una escuela, porque había pocas instrucciones, pero ahora tenemos en gran cantidad”, expresa la docente.
Dijo que las profesoras de antes se dedicaban de lleno a la profesión, y hoy día ve que muchas tienen por hobby la docencia y aseguró que con la tecnología de hoy la educación debería ser mejor , pero no se aprovecha.
La maestra instó a sus colegas a dedicarse por completo a enseñar y preparar a los niños para ser ciudadanos de bien, porque hoy en día el país necesita de paraguayos íntegros que puedan administrar los recursos y la democracia en el Paraguay.
Susana Arellano cuenta con dos hermanas que son mayores, que también fueron profesoras y hoy día ya están muy afectadas en su salud e igualmente hicieron mucho por la educación.
Nuestra entrevistada se inició en esta tarea en el año 1962 y fue profesora del sexto grado en la escuela 91 de Guarambaré. En 1970 fue llevada por el ministro Raúl Peña como directora de la Escuela República Argentina de Asunción donde estuvo hasta 1994.
La profe Susana también realizó tareas de alfabetización de adultos y para enseñar a la mayor cantidad posible de adultos tenía que recorrer casa por casa y reunirlos en una vivienda particular para enseñarles y lo hacían de noche, cuando la gente regresaba del trabajo.
“Esto es un apostolado y si yo naciera de nuevo volvería a ser maestra, porque me encanta enseñar y hasta hace poco enseñábamos a las personas mayores que son analfabetas y es un placer”, expresó Arellano.
Susana, ya con sus 75 años, padece de la columna y en 1995 sufrió la peor tragedia de su vida al perder a su hijo de 17 años, Arsenio Luis Sosa Arellano, quien se ahogó al intentar salvar a un amigo en el arroyo Lazarito de su ciudad natal. Luis era el mejor egresado del Colegio Nacional de la Capital.
La sala de informática del CNC lleva su nombre y cada aniversario de su muerte un grupo de estudiantes llega a la ciudad para rendirle un homenaje póstumo, porque fue uno de los mejores estudiantes de la institución.