“Lemontree”, un árbol de limón para exprimir a la Cajubi

Si el limón les resulta ácido a los trabajadores de Itaipú y a los ciudadanos paraguayos, esperen a saber lo que hicieron con su dinero a través de “Lemontree” (árbol de limón, limonero), un nombre en clave que usaban para embolsarse las altísimas comisiones que se descontaron por aventuradas –por decir lo menos– colocaciones de reservas de la Cajubi en Canadá, desde donde se retransferían los fondos a una cuenta en el Clariden Leu (Credit Suisse) de Zurich.

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A Canadá se fueron en total alrededor de US$ 57 millones de los US$ 176 millones que desaparecieron de la Caja Paraguaya de Jubilaciones y Pensiones del Personal de Itaipú Binacional (Cajubi) en el período de gobierno de Nicanor Duarte Frutos (2003-2008) y de Víctor Bernal como director paraguayo de Itaipú, algo que fue denominado “el robo del siglo”. Los presidentes de la Caja en ese lapso fueron Julio Romero (2003-2004), Víctor Bogado Núñez (2004-2008) y Mariano Escurra (2008-2010). Lo que se refiere específicamente a Canadá se dio durante la gestión de los dos últimos.

A partir de 2005

Como vimos en las entregas anteriores, entre 2005 y 2006 se enviaron US$ 13,7 millones a una empresa denominada Universal Settlements International (USI) para adquisición de pólizas de vida en el mercado secundario y se giraron comisiones de hasta 12% del total a un bróker argentino llamado Arturo Girardi, que negociaba con las entonces autoridades de Cajubi con otro argentino, o uruguayo, llamado Eduardo García Mascheroni, que tuvo que ver con muchas otras “inversiones” de Cajubi que aún deben ser investigadas.

Todo terminó en un fiasco, ni siquiera se sabe hasta hoy en qué realmente se usó el dinero, USI está en convocatoria de acreedores, aunque sus accionistas y los intermediarios se construyeron mansiones y se compraron residencias y edificios (ver notas 2 y 3).

Timcke

Si bien el “negocio” fracasó para Cajubi, evidentemente no para los operadores, ya que siguieron enviando fuertes sumas para el mismo tipo de activos, pero con otra empresa, llamada Keystone, vinculada con un exsocio de USI, el “siciliano” Antonio “Tony” Duscio, y con un nuevo intermediario, Ronald Timcke Holst.

En 2007 se remitieron US$ 8,8 millones a Keystone, de los que se descontaron US$ 1,14 millones como comisión para Timcke por indicación expresa de Víctor Bogado y Mariano Escurra, entonces presidente y vicepresidente de la Cajubi.

Se adquirieron dos pólizas de vida en una operación tan disparatada que el rendimiento esperado (14% sobre el capital, sobre un plazo estimado de “maduración”, o expectativa de vida, de un año) era casi igual que la comisión (13% sobre el capital, “upfront”, por adelantado). Al final fue incluso mucho peor, porque las pólizas nunca “maduraron”, hasta el momento no se recuperó un centavo y es Cajubi la que está pagando las primas (ver nota 4).

El gestor

Una persona que tuvo su participación en estas y otras transacciones fue Eduardo García Obregón (tocayo, pero no relacionado con García Mascheroni), un canadiense de origen guatemalteco que en un primer momento apareció como el principal responsable, y de hecho está imputado y con pedido de extradición, pero que, según sostiene, fue solo un pequeño eslabón en la cadena, un nexo, por cuestión de idioma y de cultura, entre los intermediarios de Cajubi, que trataban directamente con los directivos, y las empresas canadienses que recibieron el dinero.

García Obregón tiene en su poder muchísima documentación, incluidas copias de correos electrónicos y de transferencias bancarias, que compartió con ABC Color en una larga conversación que mantuvimos en las cercanías de Toronto. Dice que no trabajó “de gratis”, que también cobró por sus gestiones, pero demuestra que los fondos eran enviados directamente a las empresas canadienses, no a él, y que, de las comisiones por intermediación que pasaron por sus manos, entre el 80% y 90% lo reenvió a las cuentas de los intermediarios de acuerdo con las instrucciones de Bogado y Escurra.

“Que les pregunten”

Insiste en que no niega su participación y hasta declara que “si tengo que ir preso, que se vayan también los verdaderos responsables”. Lo que pide es que la justicia tome declaración a los que recibieron la mayor parte del dinero, que expliquen ellos qué hicieron con él y que se les pregunte entre quiénes repartieron el botín en última instancia.

Vendedor independiente

Según su testimonio, García Obregón emigró de Guatemala a Canadá en 2003 y trabajaba como vendedor independiente de productos financieros ofrecidos por compañías canadienses. Estilaba crear empresas propias con nombres similares a las principales, con anuencia de estas, con el fin de ofrecer los productos en América Latina (USI Latin America, Genesis Latin America, Manage Portfolio, entre otras).

Además de los casos de USI y Keystone, a los que nos referimos en las entregas anteriores, contaba que en 2007 lo contactó Víctor Bogado para pedirle estructurar un paquete de inversiones en commodities canadienses, no ya con Arturo Girardi, sino con Ronald Timcke.

La “otra punta”

Así como Girardi insistía en que “el uno” quería siempre más, con Timcke estaba claro que lo que más les interesaba era “la otra punta”, como le llamaban a las comisiones. Hay muchos correos electrónicos en los que se refieren a ello en esos términos.

Primero pusieron US$ 10,7 millones (en realidad son dólares canadienses, pero la cotización es casi igual) en el proyecto “Genesis”, que consistía en la adquisición de propiedades en Calgary, Alberta, que se encontraban en distritos rurales y que, supuestamente, pronto pasarían al ejido urbano y pasarían a costar muchísimo más.

García Obregón tenía una empresa (desde 2005, dice) llamada Genesis Latin America para ofrecer el producto, pero la dueña del proyecto era Genesis Land Development Corp., una compañía del multimillonario Arthur Wong y presidida por Gobi Singh, que supuestamente es pública (SA) y cotiza en la bolsa de Toronto. Según García, esas tierras efectivamente se compraron y están allí, aunque no a nombre de Cajubi. Nos referiremos a eso en siguientes entregas.

First Canadian

Luego se enviaron US$ 7 millones a First Canadian, de Jason Monaco, Nick Tsimidis y Paolo Abate, para la compra de activos relacionados con commodities, tales como minería y otros. García, una vez más, dice que actuó de nexo y que el dinero lo recibió la empresa a través de sus abogados. “Si aplicaron mal los fondos, hay que preguntarles a ellos”. A todos estos casos nos abocaremos con más amplitud próximamente; a lo que queremos llegar aquí es a las comisiones.

Derivativos

Por último, se abrió en una empresa llamada Union Securities, presidida por John Thompson y gerenciada por Brian Wadsworth, una cuenta de “trading” (para manejo discrecional por parte de Marty Hibbs y Scott Colwell) para que invirtiera en “derivativos”, que son instrumentos altamente riesgosos, porque dependen de un conjunto muy amplio de variables futuras (precios, inflación, tipo de cambio y muchas más).

Cajubi llegó a enviar a Canadá (y parece que también a Inglaterra con Marcelo Barone) a un equipo de expertos encabezado por el doctor en ciencias Benjamín Barán, que supuestamente había diseñado un software para manejar derivativos (ampliaremos). Lo cierto es que se llegaron a enviar a esa cuenta US$ 14,5 millones, pese a que mostraba constantes y fuertes pérdidas, que atribuyeron a la crisis de 2008 (aunque García asegura, por ejemplo, que Hibbs se compró un avión y Colwell hizo costosos viajes de placer).

Con la “sangría”, solo quedaba poco más de la mitad cuando decidieron “cambiar de rubro” y remitir los US$ 7,4 millones que quedaban en la cuenta de trading a otra empresa vinculada a Tony Duscio, Columbus, donde también hay una larga historia que contar con el mismo resultado: el dinero se esfumó.

Rio Conde y Lemontree

García Obregón cuenta que con el proyecto Genesis fue la primera vez que supo de la existencia de Rio Conde SA, cuando Timcke, primero, y Mariano Escurra, después, le comunicaron que, de ahí en más, las comisiones las tenía que remitir a esa empresa, creada en Panamá con la asistencia del estudio Alvarez de Soto & Espinosa Jiménez.

Luego le instruyeron que por favor no mencionara a Rio Conde en las comunicaciones oficiales, “eso es muy importante para nosotros” (consta en los correos electrónicos), y que les remitiera los fondos a una cuenta de esa empresa en el Clariden Leu de Zurich, pero consignado a “Lemontree”, evidentemente un nombre en clave, con supuesta dirección en Miami.

Así lo hizo García Obregón en numerosas oportunidades (ver facsímiles). Solamente en los casos de Genesis, First Canadian y Union Securities, Cajubi envió un total de US$ 34 millones, de los cuales US$ 4,1 millones se descontaron para las comisiones. De este último monto, según demuestra García, él retransfirió US$ 3,4 millones a Rio Conde-Lemontree. A eso hay que sumarle US$ 1,14 millones que transfirió la administradora de Duscio, Kelly Ruxton, por las operaciones en Keystone.

Si se agregan US$ 1,5 millones que le pagaron a Arturo Girardi-García Mascheroni por lo de USI, en el corto lapso de tres años se “exprimieron”, cuando menos, US$ 6,5 millones en comisiones de los ahorros jubilatorios de los trabajadores de Itaipú, conformados con el aporte del pueblo paraguayo, dueño condómino de la binacional, para intermediarios ligados a los administradores de Cajubi.

“¿Por qué nunca nadie en Paraguay les preguntó a Timcke y a Girardi qué hicieron con todo ese dinero, con quién lo repartieron?”, cuestiona García.

Mañana: lista de los que habría que llamar a declarar

Enviado especial a Canadá

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