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ENCARNACIÓN (Pedro Gómez Silgueira, David Quiroga y Emilio Riquelme, enviados especiales, y Juan Augusto Roa y José González, corresponsales). Desde su fundación, el 25 de marzo de 1615 por San Roque González de Santa Cruz, ha venido experimentando numerosos cambios y ha vivido momentos de gloria y situaciones difíciles. Hoy se encuentra en una nueva era de esplendor y apunta hacia un futuro muy prometedor.
Comenzó siendo una misión al otro lado del río Paraná, donde hoy se encuentra la ciudad de Posadas; luego pasó a la margen derecha, donde se convirtió en una Reducción en 1703.
Durante el gobierno de don Carlos A. López, en 1843, fue elevada a la categoría de Villa y en 1940 se convierte en la capital del departamento de Itapúa. Llega al 2015 convertida en un verdadero emporio comercial, turístico y con un ambiente inimaginable para los negocios, en un punto estratégico del país, en la zona fronteriza con Argentina.
A lo largo de su historia, Encarnación soportó situaciones difíciles de las que supo sobresalir gracias a la unidad y perseverancia de la población. También ayudó muchísimo para su desarrollo agrícola, industrial y comercial la llegada de inmigrantes, primero europeos y luego de Asia y Medio Oriente.
Los italianos hicieron prosperar el sector comercial y financiero en la Villa Baja en la primera década del año 1900, y luego se sumaron los sirio-libaneses, que eran conocidos comerciantes.
Antes de la Segunda Guerra Mundial hubo una fuerte oleada de inmigrantes polacos, ucranianos, rusos, bielorrusos, checos, eslavos, lo que convirtió a la capital de Itapúa en un verdadero mosaico de culturas y le ha dado el sobrenombre de “crisol de razas”. Estos inmigrantes desarrollaron las labores agrícolas y la producción, convirtiendo al departamento de Itapúa en una de las más prósperas del país.
De unos 80.000 habitantes en el 2006, se calcula que la población ha pasado a unos 145.000, según estimaciones de la Municipalidad de Encarnación.
Su economía mueve durante la temporada veraniega entre 25 millones y 30 millones de dólares, refieren datos preliminares. Su vocación es la de convertirse en una ciudad turística y veraniega, así como en un centro para negocios de eventos.
Su nueva avenida Costanera y sus playas que abarcan una zona recuperada de unas 140 hectáreas despiertan admiración de los visitantes y la hicieron trascender internacionalmente. La ciudad tiene toda la infraestructura necesaria para convertirse en un centro de desarrollo de convenciones para la región.