La humildad y la última cena

Se empezó a llamar a este día la Cena del Señor en el siglo V en África e Italia. Estaba dedicado a celebrar la institución de la eucaristía. A esta liturgia del Jueves Santo se unieron otros episodios que dieron principio a la pasión de Cristo: la oración en el Huerto de los Olivos y la traición de Judas. En algunos lugares existían tres misas en este día: la de los penitentes, la crismal y la Cena del Señor.

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1. La Consagración de los Óleos: en la mañana de este día, en todas las catedrales de cada diócesis, el obispo reúne a los sacerdotes en torno al altar y, en una misa solemne, se consagran los Santos Óleos que se usan en los sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden Sacerdotal y Unción de los Enfermos.

2. La Última Cena: en la Misa vespertina, antes del ofertorio, el sacerdote celebrante toma una toalla y una bandeja con agua y lava los pies de doce personas de la comunidad, recordando el mismo gesto de Jesús con sus apóstoles en la Última Cena. Este es el día en que se instituyó la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino. Cristo tuvo la Última Cena con sus apóstoles y por su gran amor se quedó en el mundo en la Eucaristía, para guiar al hombre en el camino de la salvación.

Actualmente, con esta misa comienza el Triduo Pascual. Desde el siglo IV se deseó presentar el relato evangélico en forma más histórica, se intentaba reconstruir con mucha fidelidad los últimos días de la vida terrena de Jesús.

Enseñanza de este Gesto

(Juan 13:4-17). Hay varias lecciones enseñadas en el acto del lavatorio de pies. Todas estas se ven demostradas por la manera en la cual Jesús lavó los pies de los apóstoles.

a. La obediencia

“Si no te lavare...”. Compara esto con lo que Samuel le dijo a Saúl. “Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios...”. La obediencia es la razón número uno para observar el acto del lavatorio de pies. Jesús lo ordenó. ¿Qué mejor razón que esa se necesita?

b. La humildad

El lavar los pies de una persona requiere humildad. Es una experiencia muy humillante inclinarse ante una persona y lavar los pies de él o ella. Sin embargo, a veces es aún más difícil permitir que una persona se lave sus propios pies, porque muchas personas se sienten acomplejadas por sus pies. Jesús sabía que había necesidad de una lección en cuanto a la humildad, y aún es necesaria hoy en día, así que Él usó el lavatorio de pies como un ejemplo para dar esta advertencia. Aunque este mandato puede ser difícil para algunos obedecer, si no hubiera sido que era necesario, Él no lo habría requerido. No hay un acto más grande que ese del lavatorio de pies para traer al pueblo de Dios a una posición de humildad.

c. El amor

Jesús lavó los pies de todos los apóstoles, incluyendo a Judas que luego Lo traicionaría. Así como el amor era un factor motivador en cuanto a Jesús, lavar los pies de aquellos con quien Él había compartido tanto, el amor debe ser el factor motivador para aquellos que practican esta ordenanza hoy en día. Debemos en realidad cuidar de aquellos cuyos pies somos privilegiados de lavar. Cuando Jesús se inclinó para lavar los pies de aquel que luego lo traicionaría, no cabe duda de que Él se acordó de las palabras que había pronunciado en el Sermón del Monte. “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen y orad por los que os ultrajan y os persiguen”. (Mt. 5:44).

d. La igualdad

En Lucas 22:24-30, inmediatamente después de la Cena del Señor, hubo entre los apóstoles una disputa acerca de quién de ellos sería el mayor. Jesús indicó que esto sería algo natural de esperar del mundo, y Él dijo: “Pero entre vosotros no será así” (v. 26). Gálatas 3:28 dice: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Las palabras de Jesús y el mensaje que Pablo estaba dando no han cambiado. Hay igualdad de la verdad hallada al pie de la cruz. La próxima vez que nos arrodillemos a lavar los pies de nuestro hermano o hermana acordémonos de esto.

e. La sumisión

Sumisión es el sometimiento de nosotros mismos a la autoridad de otra persona, a Cristo y a otros. (Véase a Juan 13:12-17). El lavar los pies de los santos, más que cualquier otra práctica de la Iglesia, nos ayuda a someternos los unos a los otros, a aquellos sobre nosotros en el Señor, y a Dios. Fallar o negarnos someternos los unos a los otros tendrá como resultado que fallemos en someternos a Dios. Para efectivamente lavar los pies de una persona, debemos arrodillarnos o inclinarnos al frente de ellos. (Como el tiempo lo permita, discuta las áreas en que somos llamados a someternos).

f. El servicio

El vocablo “servicio” significa servir a otra persona. Jesús voluntariamente se humilló a sí mismo, tomando forma de siervo, cuando se arrodilló al frente de estos hombres para servirles mediante el acto de lavar sus pies. Si Jesús tiene un corazón de siervo, la misma Iglesia que Él dejó en la tierra para cumplir sus instrucciones también debe tener ese mismo tipo de corazón. Esto es representado mediante el acto de lavar los pies y en llevar las otras cosas que hacemos tales como recaudar dinero para misiones, servirse los unos a los otros, dar una mano, demostrándose compasión y amor los unos a los otros, usando nuestro tiempo y los recursos para la causa de Cristo y la Iglesia. ¿En qué otras maneras somos llamados a darnos para el servicio?

La víspera de su muerte, Jesús lavó los pies de sus discípulos con mucho amor y humildad y les dijo: “Hago esto como un ejemplo para ustedes, para que lo hagan también unos con otros, como yo lo hago por ustedes”. ¡Humildad, ejemplo de servicio, de bondad! Jesús enseña con este gesto el servicio de los unos por los otros con amor y dulzura. Enseña a ponerse espiritualmente de rodillas frente a los hermanos y hermanas, especialmente los más pobres.

El sentido es lavarse los pies unos a otros, en un ambiente de oración, de silencio, sabiendo que es tiempo de gracia. San Bernardo decía que el gesto de lavar los pies es un sacramento, es un momento en el cual Jesús por su amor se une al hombre. Seguramente, lavarse los pies es un símbolo. Revela sin embargo el deseo de perdonar y de ser perdonado, de servir con humildad, de volverse pequeños, más pobres. Lavarse los pies unos a otros se vuelve para cada uno una oración.

El gesto adquiere un significado particular desde el punto de vista de la unidad. Si no siempre se puede comer en la misma mesa eucarística con los hermanos y hermanas de otras confesiones, sí se puede estar profundamente unidos los unos a los otros viviendo juntos el lavado de los pies, es decir, sirviendo al necesitado.

victorluisc@hotmail.com

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