Indígenas urbanos piden limosnas para mantener a sus familias

Cada vez son más los indígenas que abandonan sus comunidades para quedarse a vivir en Asunción. Están distribuidos en varios grupos que están apostados frente al local de Secretaría de Emergencia Nacional (SEN), en las inmediaciones del Indi, etc. De estos sitios salen y recorren la ciudad. Se instalan en las esquinas con semáforos para pedir limosna. Son los que ya han sido bautizados como “nativos urbanos”, que actualmente, en número de unos 3.000 integrantes, están dispersos en varios asentamientos en la Gran Asunción.

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Son compatriotas nuestros, tan paraguayos como el que más, pero que viven poco menos que como animales.

Marciana Lezcano Vera, de la parcialidad ava guaraní, que vive en Luque, nos contó que es madre de seis hijos. Y el niño que llevaba en sus brazos aún no cumple un año de vida. Era un día de mucho calor, ni siquiera tenían agua para tomar. Dijo que se quedó a vivir en Asunción porque dos de sus hijos están estudiando en la escuela Santa Isabel. Ella es oriunda de San Pedro.

El niño de cinco años, que es hijo de su vecina, que también es de la misma parcialidad que ella, dijo que todos los días viene con ella porque no tiene otra opción que mendigar para comer, porque no sabe leer ni escribir. Dijo que por eso está procurando que sus hijos estudien para que puedan trabajar.

“La vida es muy cara, y cuando uno no tiene trabajo es muy difícil. Los hijos no esperan cuando tienen hambre”, nos dijo en idioma guaraní y siguió su trajinar diario en medio de los autos y colectivos pidiendo monedas para mantener a sus seis hijos.

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