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El obispo comenzó su homilía con una reflexión sobre la casa común, que es la tierra y al respecto indicó que la gente dice que “nuestro mundo está alocado”, fruto de las ambiciones de los hombres, pero que no gusta decir. Agregó que se hace sufrir a la madre tierra con gemidos de dolores de parto y reacciona con violencia como se ha presenciado en estos días, y hace descubrir las limitaciones y hasta parece que la naturaleza no es hermana nuestra, como decía San Francisco, que llamaba hermano sol, hermano luna.
Gavilán dijo que necesitamos respetar las leyes de la naturaleza. Explicó que la defensa de la misma se debilita frente a los poderes económicos y tecnológicos que predominan y arrasan irracionalmente las fuentes de vida, en perjuicio de las naciones enteras.
En otro momento sostuvo que la explotación de la naturaleza cada vez más empobrece el presente y el futuro de las personas y está produciendo muertes entre los hombres. “El responsable de todo esto es el modelo económico que estamos siguiendo, que privilegia el desmedido afán por la riqueza, por encima de la vida de las personas y de los pueblos”, resaltó. Añadió que las empresas extractivas, las que se dedican a secar la materia prima y van eliminando nuestros bosques, contaminan el agua, el Acuífero Guaraní, tan preciado por todo el continente. “Aquí, sin embargo, muchas veces ni hablamos de su defensa, corriendo el riesgo de la desertificación”, apuntó. Se preguntó: ¿Qué notable es esta economía agroexportadora? tan agresiva.