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El escenario dominical de ayer no pudo ser más apropiado para festejar la primavera como cada año. La jornada amaneció agradable, con un sol radiante, y en toda la zona céntrica de Asunción las avecillas parecían estar en un verdadero jolgorio. También irrumpieron las mariposas y, por supuesto, las flores parecieran haberse abierto todas juntas dando la sensación de perfumar el aire que respiramos.
Sin embargo, astronómicamente el fenómeno que despide a la estación invernal y que se denomina equinoccio de primavera para el Hemisferio Sur (aequus: igual y nox: noche) se dará recién esta noche.
Desde que entró a regir el calendario gregoriano en 1582, casi nunca la “reina de las estaciones” llegó un 21 de setiembre. Siempre lo hace varias horas después y en las fechas siguientes. Según los cálculos realizados por el Prof. Blas Servín, regente del Centro Astronómico del Bicentenario, la primavera llegará puntualmente en su fecha asignada en el calendario, es decir un 21 de setiembre, recién en los años 2092, 2096 y 2464.
Equinoccio es la fecha en que la luz solar equivale exactamente a la luz lunar, es decir el día y la noche duran 12 horas, ni más ni menos. A partir de ahora los días empiezan a ser más largos y las noches más cortas.
Desde la antigüedad grecorromana, el equinoccio de primavera es motivo de festejo, pues se asocia con el regreso de la vida y la fertilidad a la Tierra. La renovación de la naturaleza es muy notoria y marca la diferencia con el invierno, aunque esto es mucho más pronunciado en el Hemisferio Norte. No obstante, nuestros paisajes urbanos y rurales se llenan de colorido, verdor y flores de jardín o silvestres que marcan una mejor actitud ante la vida.