“Yo comencé a escribir en el 2001 historias antiguas de mi pueblo, los chamacocos, y también algunos de nuestros cuentos que vienen contados de mucho tiempo, además de mi biografía. Completé ese trabajo hacia el 2005. Escribía en un cuaderno, en castellano, y luego mis parientes Fric de la República Checa idearon ponerlo en un libro, junto a los apuntes de mi abuelo, Alberto Fric. Yo viaje a Praga para la presentación del libro, que se editó en el idioma de ellos. Estuve allí por un mes y 12 días, entre setiembre y octubre de 2011”, narró ayer a nuestro diario, vía telefónica, Rodolfo Ferreira Fric.
El ahora ya ilustre “checomacoco” reside en Puerto Esperanza, pequeño poblado indígena del departamento de Alto Paraguay situado a más de 800 km aguas arriba de Asunción, desde donde atendió nuestra llamada. Confirmó lo que publicamos ayer sobre el gran impacto que tiene en su comunidad, tanto a nivel económico como social, la ayuda que reciben de los descendientes europeos de Alberto Fric, entre ellos Pavel Fric e Yvonna Fricova, sus primos, quienes vinieron al Chaco a visitarles en el 2002.
Como ejemplo, mencionó que gracias al impulso de ese aporte, hay miembros jóvenes del asentamiento chamacoco de Puerto Esperanza que han llegado a niveles educativos técnicos y universitarios, entre ellos una de sus nietas, Priscila Barboza Ferreira, recibida en Cuba como doctora en Medicina y actualmente con pasantía rural en Mcal. Estigarribia, Chaco. Ahora otro joven va a seguir la misma carrera en la isla caribeña y también hay una estudiante de Veterinaria, además de varios ya recibidos o estudiando carreras técnicas en escuelas agrícolas.
Al responder otras preguntas sobre el libro, Ferreira Fric comentó que el referido texto no tiene todavía una edición en español, aunque los originales de él están en dicho idioma. “Se lanzó en idioma checo, y mis parientes de allá dijeron que también lo iban a hacer luego en inglés. Creo que tienen pensado traducir al castellano, pero no tengo información actualizada sobre eso”, refirió, para luego recordar que en aquella ocasión, cuando visitó la República Checa, además de la presentación de “Indiánská” (Nativo americano), participó, siempre con los auspicios de la Fundación Checomacoco de Praga, organización presidida por sus primos, de varias conferencias, incluso en universidades, y encuentros con estudiantes de escuelas y colegios. También visitó un hospital, donde le explicaron detalles de cirugías del corazón y otras especialidades.
“También me llevaron a Austria, para que conozca la montaña y la nieve. Pasé muy bien con ellos”, resaltó.
Rodolfo es hijo de Herminia Fric, una mujer chamacoca que falleció muy anciana hace pocos años y que era la hija de Alberto V. Fric y la nativa Lora-y, que vivieron juntos en la primera década del siglo pasado, en Pto. Esperanza, hasta que el explorador checo volvió a su país, donde murió en 1944.
Alberto Fric y Rodolfo “crean una historia asombrosa, pero real, que se ha desarrollado en el transcurso de cien años, y aún no ha terminado”, dice sobre el libro Yvonna Fricova, con quien intercambiamos en las últimas semanas varios correos electrónicos para dar forma a esta serie de relatos sobre los “checomacocos”.
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