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Esta belleza que nos acompaña de forma “masiva” desde la segunda década del siglo XX tiene cinco variedades: el amarillo, el lapacho morado, el rosado (en dos tonalidades) y luego el blanco, que es una variación normal del lapacho morado. Autoridades municipales fueron las que impulsaron su plantación en toda la ciudad.
Por ahora, son los lapachos rosados los que ya han saludado con sus encantos, en agosto se espera poder admirar a los amarillos.
Este año la mayoría de los árboles en el microcentro se encuentran “enteros” sin ser víctimas de inconscientes podas. Más de uno ha caído en la irresistible tentación de tomarles una foto o hacerse una selfie con las aclamadas flores posadas en las ramas o repartidas en el suelo.