Con viaje a Europa, Cerwuis salvó a chamacocos de rara enfermedad

El hecho de que el chamacoco Cerwuis llegara a Europa en 1908 fue en verdad una cuestión fortuita, porque en principio el objetivo del explorador checo Alberto V. Fric era llevarlo de Pto. Diana a Concepción en busca de una cura para la rara enfermedad que estaba diezmando a su tribu. Sucesivamente, pararon luego en Pto. Casado y Asunción y de ahí fueron a Buenos Aires sin hallar lo que buscaban. En la capital argentina, por motivos ajenos a ambos, debieron seguir hasta el Viejo Mundo, de donde volvieron un año después con Cerwuis ya sanado y los remedios necesarios para curar a su pueblo.

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El checo A.V. Fric estaba casi al final de su tercer viaje a nuestro país cuando en 1908 remontó una vez más el río Paraguay, hasta la zona de Bahía Negra, entonces conocida también como “Pacheco”. Por el camino se había enterado de que los chamacocos, de quienes se hizo amigo y protector en algunos casos, estaban muy debilitados y ni siquiera podían cortar leñas para proveer a los vapores, como acostumbraban hacerlo.

Según su propio relato, que aparece en el libro “Cerwuis” o de “Pacheco a Pacheco por Europa”, desembarcó en Pto. Diana y ahí se enteró de que sus amigos estaba siendo afectados por una rara enfermedad que les debilitaba rápidamente, causándoles luego la muerte.

“Examiné a muchos enfermos, algunos estaban por morir. Se trataba de una enfermedad extraña. La respiración, el latido del corazón, la temperatura, el metabolismo, todo era normal, como en hombres completamente sanos. Sin embargo, morían de debilidad. Parecía que los enfermos sufriesen de hambre por mucho tiempo”, pero no era así. “Tampoco nadie sufría de dolores. La causa del debilitamiento era obviamente la pérdida de sangre. Los abscesos sangrantes (en el recto) se manifestaban en los adultos, pero también en niños pequeños”, cuenta el propio Fric, según documentos (fotos incluidas) entregados en Praga a nuestro diario por sus descendientes.

Ante esta situación, los chamacocos pidieron ayuda a Fric, quien no pudo hacer mucho por ellos, más que aconsejarles medidas de higiene y alimentación abundante para contrarrestar el debilitamiento hasta tanto se pueda encontrar la causa real y algún medicamento oportuno. Con base en la confianza que tenía con ellos, les pidió también un voluntario afectado por la enfermedad para observarlo y llevarlo, de ser necesario, a un médico. Fue allí que se presentó Cerwuis (se pronuncia “cherwuish”).

Fric relata cómo visitaron sin éxito a médicos de Concepción y Pto. Casado, y hasta llegaron a Asunción, con el mismo resultado. Como ya debía regresar a Europa, el explorador checo decidió llevar a Cerwuis hasta Buenos Aires, donde algunos médicos le exigieron una cuarentena previa y otras medidas que no podían cumplir, entre otras cosas porque el barco de ultramar en el que debía marcharse Fric estaba próximo a llegar. Ante esto, trató de reembarcar al guerrero chamacoco hacia Asunción, pero los vapores que hacían esa travesía se negaron a traer un indio “bravo” sin acompañante. Como ya no había otra salida, Fric planteó a Cerwuis que siga con él hasta Praga, y así ambos abordaron la nave “Sofía Hohemberg” rumbo a Europa.

Curación en Praga

La noticia sobre el retorno de Fric y la presencia en su casa de un indio sudamericano corrió rápidamente de boca en boca en Praga, en principio entre los mendigos (porque Cerwuis había dado a uno de ellos, en los primeros días, una limosna desmesurada), pero luego también entre los amigos del explorador y numerosos curiosos, que a diario le visitaban para conversar sobre sus viajes y los nuevos conocimientos. Una de esas visitas se salió de lo habitual. Aunque en principio el extraño fue bien recibido, la segunda vez exasperó a Fric y lo echó. Sin embargo, el aporte de aquel visitante –que no tuvo oportunidad de saberlo– fue al final determinante para la curación de Cerwuis y más tarde de los demás chamacocos en el Chaco.

“Novák. Novák es mi nombre, candidato de biología. Me especialicé en mis estudios en los parásitos de las tripas humanas”, dijo el visitante según anotó Fric en sus textos y a continuación le explicó que venía a pedirle una muestra de heces para estudiarlo como parte de su tesis: “Hace poco tiempo que usted volvió de regiones tropicales y en sus tripas se quedaron posiblemente inestimables tesoros científicos”.

Fric aceptó la petición y también el laxativo –“calomel, santonin y sal amarga”– que ofreció proveer el “biólogo”, aunque le aconsejó duplicar la dosis e incluir en los estudios a Cerwuis. El resultado fue toda una sorpresa: “En vuestro ‘regalo’ no encontré mucho, solo algunas especies sudeuropeas (...). En el de su compañero, en cambio, encontré dos especies no descriptas y una completamente nueva que todavía no ha sido registrada por la ciencia”, comunicó días después Novák.

El “biólogo”, sin embargo, fue echado de la casa por causas que se pueden atribuir a una falta de tacto, pues llegó en horas de la madrugada, urgido por el éxito de su investigación, y además propuso poner el nombre de Fric a la especie desconocida de “ancylostoma duodenale” que había descubierto en las tripas de Cerwuis. Al explorador le cayó muy mal esa idea.

“Causas pequeñas tienen a veces consecuencias grandes. ¡Cuántas veces lamenté que aquel señor Novák, debido a mi culpa se hubiera perdido como una gota en el mar de la humanidad (...)! Lo hubiera buscado a través de anuncios, pero no me acordé de todo su nombre. Así que aquel modesto estudiante nunca supo cuántas vidas humanas salvó y que prolongó la existencia de la tribu de mis amados chamacocos”, escribió luego Fric tras comprobar que con el laxativo ingerido, Cerwuis quedó curado: “Los abscesos sangrantes se sanaron, la enfermedad desconocida que había diezmado a sus compatriotas desapareció. Una investigación posterior mostró que la fuerte hemorragia que generaba la aguda debilidad que llevaba a la muerte era causada por una especie desconocida de parásitos, que durante el sueño, cuando el cuerpo está en calma, salen de las tripas y torturan a su anfitrión. Antes del retorno (a Paraguay) compré un kilo de calomel y un kilo de santonin y con esto limpié a todos los chamacocos y sus perros aún vivos. La enfermedad desapareció completamente”.

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