Colorido festejo en Buenos Aires

Gran cantidad de familias paraguayas y fieles argentinos participaron ayer de la celebración en la Parroquia Nuestra Señora de Caacupé, del barrio de Caballito. El Mons. Francisco Pistilli, obispo de Encarnación, presidió la misa principal instando a “llevar una vida que da orgullo a la madre”.

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BUENOS AIRES, Argentina (Maripili Alonso, especial). Desde tempranas horas los fieles comenzaron a llegar a la iglesia sobre la Avda. Rivadavia para saludar a la Virgencita azul. Entre termos de tereré, abundante chipa y otras comidas típicas, se realizó la celebración tal como si uno estuviera en la villa serrana.

Al mediodía y acompañada por la música de la Banda Militar de Guardias Nacionales partió la procesión por las cuadras del barrio seguida por más de un centenar de personas. La imagen retornó luego a la iglesia para la misa central, que fue presidida por el Mons. Francisco Pistilli, junto a una delegación de una decena de religiosos enviados por la Conferencia Episcopal Paraguaya.

Durante su homilía, Pistilli hizo alusión a cómo la lluvia no detuvo a los peregrinos que participaron de la misa central y recordó el llamado a vivir la santidad, del que habló el cardenal Luis Héctor Villalba en Caacupé.

También mencionó que la belleza y la juventud de la Virgen radican en que mantuvo su corazón inocente, que nunca deseó el mal a su prójimo y se consagró al servicio del prójimo: “Los hijos de la Virgen tienen que reflejar la hermosura de su madre y ella tiene que estar orgullosa de nosotros. Tengamos esa hermosura en una vida decente. Nuestra Iglesia pasa por momentos difíciles”, agregó al insistir en la necesidad de renovar el compromiso cristiano.

Aseguró que en la fe no hay vai vai, ñembotavy, pokare o conducta torcida; insistiendo en la necesidad de llevar una vida que de orgullo a la madre.

Carmen Quintana, oriunda de Santaní, comentó que hace 10 años vive en Buenos Aires y que fiel a la costumbre y creencia de todos los paraguayos fue a ofrecer su tiempo a la Virgen: “Siempre pido y me cumple, no me falla nunca”, dijo.

Hace 38 años que Teresa Almirón, de Mariano Roque Alonso, y Víctor Florentín, de Ciudad del Este, viven en la Argentina. Como todos los años, se acercaron a pedir por todos los compatriotas para que tengan trabajo, paz y armonía con la familia.

“Que la Virgen traiga la paz, tanto en Argentina y en Paraguay. Que termine la demodesgracia y venga la democracia”, fue el pedido de Juana Constancia Rojas.

Otras misas –una de ellas en guaraní– se realizó en la iglesia de la Villa 21 de Barracas.

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