Carritos se niegan a desaparecer

Los carumbé siguen siendo un símbolo de Encarnación, un vestigio del pasado que se resiste a desaparecer.

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¿Cuándo llegaron a la Perla del Sur?

Remigio Rejala, un mayor del Ejército que en 1940 había venido desde Pedro Juan Caballero comisionado a la cuarta región militar, que luego fue distrito militar en la Plaza de Armas, fue quien –tras ver que los brasileños los usaban– introdujo los primeros dos unidades de carumbé, refiere Julio Sotelo.

Como el militar vivía en pleno centro tenía su caballeriza no lejos del cuartel, en los alrededores de la plaza. Allí se convirtieron en toda una novedad para la población, pero fueron los ucranianos quienes los adoptaron para sus labores cotidianas.

“Los mejores carumbé y los carumbeceros más conocidos tenían apellidos ucranianos. La ciudad llegó a tener 270 carumbé y se empleaban en las labores agrícolas y productivas. Muchas familias se enriquecieron con el trabajo y se convirtieron en un símbolo aquí. Incluso el premio municipal más importante lleva el nombre de Carumbé”, cuenta Sotelo.

Miguel Guillermo López (64) es carumbecero de la Plaza de Armas, donde existe una parada turística para los sábados.

De lunes a viernes siguen operando en otra parada, en la Terminal de Ómnibus, para transporte.

“Yo estaba en la Zona Baja y desde los 7 años ya tuve mi primer carumbé. Con él transportaba cargas y ayudaba a las paseras. Iba en largos recorridos hasta en las colonias”, recuerda con nostalgia.

Se queja de que en la actualidad por la inseguridad ya no se puedan realizar esos viajes extensos, pero con la reconversión turística esperan tener un futuro prometedor.

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