Acostumbrados a mendigar, ya no vuelven a sus comunidades

Son solo 115.000 habitantes los indígenas y en su mayoría niños y adolescentes. Los sucesivos gobiernos siempre tuvieron la oportunidad de mejorar sus condiciones de vida, y a pesar de disponer que las diferentes instituciones consideren a los nativos en sus planes de trabajo, y que les ayuden a ganar dignamente el pan, no lo hacen por desidia.

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Era el mediodía de un martes cuando una joven madre indígena le daba el pecho a su hijo con evidentes signos de desnutrición.

El niño succionaba el pecho materno y al hablar con la nativa nos dijo que ese día aún no había comido nada. Y que su hijo ya tiene dos años.

Conversando con otra mamá nos relató que su hijo de tres años estaba con mucha fiebre, debido a la condición de insalubridad en que estaban viviendo desde hace más de un mes frente al Indi, en la capital del país. Y seguidamente dijo en guaraní: “Venimos de nuestras comunidades porque no tenemos tierra ni semillas para sembrar. Nos hace falta asistencia técnica. También necesitamos una vivienda digna”.

En el lugar pudimos observar que los numerosos niños acompañados de sus padres vivían en las veredas en una total precariedad. Asentados bajo improvisadas carpas, aguantando el calor, la lluvia y el hambre, ni siquiera contaban con baños ni duchas para asearse.

Los indígenas pedían víveres, chapas y colchones y el otorgamiento en algunos casos de tierra y una vivienda digna.

En nuestro país viven actualmente unos 115.000 aborígenes distribuidos en 20 etnias, según Censo Nacional de Población y Vivienda para Pueblos Indígenas, en el 2012.

Ellos han conseguido cerca de 1.065.000 hectáreas que han reivindicado como territorio ancestral. De esta superficie, 815.000 corresponden a los naturales del Chaco y 250.000 a los de la Región Oriental. No obstante, así como mencionábamos, somos testigos de la presencia de numerosos indígenas que llegan a la capital para mostrar su miseria y exigir a las autoridades respuestas a sus necesidades.

Se puede ver, por ejemplo, a un grupo de ellos sobreviviendo en deplorables condiciones, primero en los corredores del edificio del Ferrocarril, frente a la sede del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi), en el centro de Asunción.

Los nativos tienen todas las herramientas que les protegen para asegurarse la propiedad, pero hasta ahora no han sabido aprovechar esta ventaja por falta de una política que les ayude a explotarla y que les genere ingresos.

En el país viven 115.000 aborígenes en 20 etnias, según Censo Nacional de Población y Vivienda para Pueblos Indígenas, 2012.

Hay experiencias exitosas de producción, en la zona del Chaco como en la Región Oriental, en donde los nativos están viviendo dignamente.

Los niños y adolescentes que vienen con sus padres a Asunción para reclamar sus derechos padecen semanas y a veces meses en las calles.

eolmedo@abc.com.py

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