“Vivíamos al filo de la navaja siempre”

“Eran otras épocas, de mística, en los primeros años de ABC, y compañeros de tareas como José Carlos Rodríguez Alcalá, Helio Vera, Roque Vallejos, René Dávalos. Acá vivíamos al filo de la navaja siempre. Para mí fueron ocho hermosos años de trabajo en ABC”, relata Muñe Silva Alonso, la primera jefa de Sociales y Hogareñas.

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Muñe Silva Alonso comenzó a trabajar en ABC Color en abril de 1967, contratada para las numerosas páginas de Sociales y hogareñas.

Es egresada de la carrera de Periodismo e Historia de la Universidad de Madrid. “Me tocó estar allá al ser mi padre diplomático, y elegí esa carrera, en lugar de la de derecho, pues en la familia eran todos abogados o escribanos”.

Cuando a su padre, Raúl Andrés Silva, funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, lo trasladaron nuevamente al país, volvió toda la familia.

Muñe habla sobre su familia: “Mi mamá, Angelita Alonso, es la hija del fundador de la fábrica de cigarrillos La Vencedora, Don Guillermo Alonso, español. Y mi abuelo, don Ramón Silva, fue intendente de la ciudad de Asunción, y fundador y presidente –por tres periodos consecutivos– del Colegio de Escribanos. Cuando el Colegio de Escribanos cumplió 100 años, se acuñó una estampilla con la efigie de don Ramón Silva.

–¿Cómo integró el staff de periodistas ABC? 

–Todo tiene que ver. Yo trabajaba en el diario Patria. Mi tesis había hecho sobre cine y teatro. Así entré a Patria. Su director era Ezequiel González Alsina. También hacía un pequeñito Sociales. Tenía un alumno de inglés (estudié en Inglaterra y enseñaba inglés en forma particular) que estaba en la directiva del Cerro Porteño, al igual que el señor Ángel Arias. Ellos hablaron acerca de que se formaba el nuevo diario. Y mi alumno, el señor Guillén, una excelente persona, contador en el diario Patria, me comentó que el señor Ángel Arias había preguntado quién escribía esto, lo otro (sus escritos). Ahí me tiró un ‘globo sonda’. Fui adonde ellos me habían dicho. La primera persona que me entrevistó fue el señor Coco Zuccolillo, el hermano menor de don Aldo Zuccolillo. Al señor Acero lo conocí después. Él era íntimo amigo de mi hermano mayor, porque ellos eran basquetbolistas del Colegio San José. En aquella época nos conocíamos todos. Era otra la sociedad, más conservadora. Así nomás ya, comenzamos a hablar, y directamente comenzamos a trabajar. Esa era la prueba seguramente. Escribir, sobre cualquier cosa. Teatro, cine, una fiesta, el vestido de las chicas, probando los temas y la redacción. Ya se pensaba en la sección Sociales y Hogareñas, que ahora se llama Sociedad, en destaque. Tenía ocho páginas diarias. Sociales era mínimo dos, y hogareñas era el resto.

–¿De qué modo se organizaron para el primer diario? 

–Nosotros ya veníamos recabando informaciones y fotografías, pero eso tenía que ser fresco. Para ese primer número del diario, prácticamente ya sabíamos lo que iba a suceder, porque tiempo antes hablábamos con nuestras amistades, acerca de los acontecimientos. Al comienzo la gente se mostraba muy reticente. Lo nuevo asusta un poco. Exponerse, en todas las secciones. Sociales ¡menos! ¿Qué, quién, dónde, cuándo?, preguntaban. Para más, iba a cambiar el formato; La Tribuna era una sábana. Nosotros les hablábamos de las bondades de la tecnología, de los cuatro colores, del tamaño, la disposición, la diagramación, y que sería salir todos los días, y comentar incluso acerca de las fiestas de primavera. ¡Mi cabeza volaba! Explicaba que íbamos a hacer especiales sobre las debutantes. Sí, todo eso hice yo, sin falsa modestia, porque no estamos aquí para eso. Y empezamos así, pero costaba mucho conseguir la información. Era rogar, y la gente no quería.

–No había celulares, Internet, Whatsapp.

–¡No! Por teléfono, y la visita, que vos te ibas. ¡Hacías lobby! Mucho ayudaba que la sociedad era más pequeña, y me conocían. La reacción era “¡Ah, sí, la hija de Raúl y Angelita!” Y por eso te recibían. Tiempo después, la gente te llamaba a pedir.

–Al comienzo fue difícil, y después se convirtió en un éxito.

–Vieron lo que hacíamos, porque Sociales era un primor para la época. Lo que hacen ahora es otro estilo, igualmente lindo. La gente ya siempre quiso salir. Después nos conseguíamos los calendarios. Quien trabajó mucho con nosotros para eso era la gente de la publicitaria, con don Óscar Esculies y la gran Sara Mussi Caríssimo. Ellos nos traían los nombres de los clientes, las fechas de sus cumpleaños. Les llamábamos, y enviábamos al fotógrafo. Y el fotógrafo de sociales era un rey, recibido como ¡ay! Además hablábamos acerca de todos los acontecimientos sociales: bautismos, primeras comuniones, cumpleaños, 15 años, bodas.

–Y usted comentaba los acontecimientos.

–Sí, yo describía la ropa, siempre me gustó la moda. Me encanta. En los diarios antiguos salían las descripciones que yo hacía acerca de los vestidos. Estos primeros años era Sociales y Hogareñas, con temas de belleza, moda, cocina, el hogar. Después teníamos la parte de sociales netamente. Que es muy lindo. Luego llegó fin de año, y se me ocurrió hacer los “Cursillos navideños”, que son mi creación. Además, el “Concurso de pesebres”. Siguieron las campañas para recolectar fondos.

–Así se inició la vorágine de continuar la tarea diaria, sin pausas, con dinamismo.

–Empezó aquello y ya no había tiempo ni de respirar. Estábamos ya juntando los cumpleaños del mes que viene, los acontecimientos, todo, todo, todo...

Tuvimos un gran primer jefe de redacción, don Humberto Pérez Cáceres. En Redacción, hablo de Redacción Redacción, porque Deportes siempre hizo “Rancho aparte”, era otra cosa, con Julio del Puerto al frente.

En Redacción éramos ocho o diez los periodistas, y yo era la única mujer. Y estaba con Sociales y Hogareñas, y como loca, porque esa era la realidad. Escribía todo. Teníamos también los servicios de las agencias, pero había que retocar, darle el léxico paraguayo.

–¿En qué momento trabajó con Evanhy?

–Tiempo después, aquello ya era demasiado, y había que buscar otra persona. Ella era experta en belleza. Así que hicimos una sección con preguntas y respuestas. Al día siguiente ya tuvo respuestas, y daba gusto. Después ella creó otras secciones muy lindas, tenía una muy simpática, Chismoseando con las teens, muy lindo era.

Al comienzo estuve mucho tiempo sola, muy sola, me iba a todos lados. 18 horas diarias llegué a estar en la redacción.

Amanecía, se iba todo el mundo y seguía. Por suerte vivía en el centro, cerquita. Me iba, me cambiaba, me emperifollaba, y seguíamos con el fotógrafo a la embajada o donde fuera, para luego ir a escribir.

–Tuvo siempre un carácter muy especial, lleno de energía.

–Es cierto. Tiene mucho que ver el carácter. Fui muy dada siempre. Después la gente era toda amiga o pariente de mis padres, o colegas, o amigas de mi hermana. Eso ayudó mucho.

–Y tecleaba con la clásica máquina de escribir.

–Con la vieja Remington. No había computadoras, pero la gente te traía las noticias. Después ABC se entronizó en la sociedad a todos los niveles. Y escribíamos para todos los niveles. Una de las campañas que más me tocó fue para la maternidad del Hospital de Clínicas. Fui a realizar un reportaje, muy realista. Nunca lo olvidaré, 50 años después. Las moscas revoloteando sobre los fetos. Siempre fui directa, tenía otra formación. Tuve una columna que se llamaba “Esto hay que decirlo”. Firmaba Muñe Silva Alonso, mi nombre de batalla.

–¿Recuerda alguna anécdota?

–Cuando ingresé a ABC mi hijo mayor, Javier María Pirovano Silva, tenía 2 años. Maripaz no había nacido todavía. Venía con mi hijo y la niñera. Él no molestaba, y con los recortes de papel y las letras de imprenta aprendió a leer y a escribir, sumar y restar en ABC, sentadito en el suelo, con los recortes que caían de la mesa. Como todo lo hacía en letras de imprenta, tuvimos que ponerle una maestra de caligrafía. Decime si no es ‘la anécdota’.

cmedina@abc.com.py

Fotos: Arcenio Acuña

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