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Solicita a la ciudadanía tomar conciencia acerca de que la donación de órganos es una oportunidad para salvar otras vidas.
Crescencio Godoy tiene 48 años y a diario se levanta a las 03:00 de la mañana para acudir a su puesto de trabajo, cerca del Regimiento Escolta Presidencial, en el barrio Bernardino Caballero, conocido como “Mundo Aparte”. Allí trabaja en el puesto de venta de diarios que tiene su hermano. “Justo hoy (por ayer) no me pude ir porque me duele todo el cuerpo y estoy desganado”, subrayó cuando le visitamos en su casa de Limpio.
Comentó que se cuida normalmente y que incluso lo único que no hace es deportes, por temor a que pueda afectar el corazón que le había donado un funcionario de la aduana que tuvo muerte cerebral.
En horas de la noche, Crescencio trabaja como guardia en una empresa, a través de la cual está asegurado al Instituto de Previsión Social (IPS). Gracias a este seguro médico, consigue periódicamente su medicamento antirrechazo, con el que convive luego del trasplante de corazón.
Hace 16 años, el hombre recibió una nueva oportunidad para vivir junto a su esposa Blanca Celestina y sus hijos José Alfredo, de 22, y Jorge Daniel, de 17.
El 1 de diciembre de 1997 recibió el trasplante del órgano vital, gracias a un equipo médico liderado por el cardiólogo José Corvalán.
Hoy, Crescencio solicita a la ciudadanía no temer convertirse en donantes, ya que se trata de una oportunidad de dar vida a otras que la necesitan.
Otros que sobreviven al trasplante de corazón son: Carlos Coutillo, Tatiana Benítez, Benjamín Torres y José Antonio Jara, todos trasplantados en el Centro Médico Bautista. Además de Eusebio René Fernández trasplantado en el IPS, Lis Ávalos y Josías Britos, trasplantados en el Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu, de San Lorenzo.
Sin embargo, hay otra lista de nueve personas que fueron sometidas a la compleja intervención y fallecieron luego de la operación. Algunos incluso a los pocos días de ser intervenidos.