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“Omano Areguá” (murió Areguá) repetía una y otra vez para explicar la magnitud y las consecuencias que está soportando su ciudad a consecuencia de este atentado a la naturaleza.
Explicó que la disminución de visitantes afecta considerablemente a la gastronomía.
En Areguá se instalaron importantes restaurantes, que ahora ya no abren por la ausencia de los turistas. “¿Quién va a querer comer en este ambiente insalubre?”, se preguntó.
Lamentó la irresponsabilidad de las autoridades nacionales, quienes, a su criterio, han permitido que el lago esté en estas condiciones. “Hoy todos estamos siendo perjudicados por esta irresponsabilidad.
Además de los remedios yuyos, vendía ensalada y jugos de frutas, pero en estas condiciones, nadie va a querer comprar. Por eso no preparo por el momento”, resaltó.
A su criterio, las pérdidas son cuantiosas. Agregó que los propietarios de puestos que venden cerámica han sacado créditos para aumentar su producción, mejorar sus puestos de venta, y hoy están desesperados. No venden nada. Ojalá que los prestamistas se compadezcan de ellos y que no les saquen sus casas, porque seguro tendrán problemas para devolver lo prestado”, apuntó.
Soto reiteró que el daño a Areguá es incalculable, está perdiendo su identidad al destruirse su más preciado recurso natural como es el lago Ypacaraí.
En las calles cercanas a la playa de Areguá, la actividad comercial es casi nula, los comercios están cerrados, mientras algunas casas de verano están abandonadas.