Vencer el orgullo

Aunque poco se habla del aumento de separaciones y divorcios que sufren las parejas casadas y las de hecho, es una preocupación silenciosa pero candente. Si bien la relación sentimental pertenece a un asunto de la vida privada entre hombres y mujeres, sus consecuencias, sobre todo cuando hay hijos, repercuten a nivel social. En muchos casos, es posible superar los desencuentros, peleas, visiones opuestas. La Dra. Susana Vázquez nos brinda un panorama sobre este tema.

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Al finalizar el noviazgo, empieza el compromiso en pareja, cambian las expectativas y los sentimientos. “Cuando la pareja no logra construir satisfactoriamente el espacio del ‘nosotros queremos’ y queda cada uno preso en el ‘yo quiero’, suelen surgir conflictos de poder”, inicia la Dra. en psicología, Susana Vázquez. A su consultorio llegan parejas anudadas: “No nos entendemos, vivimos peleando”. Agrega que tampoco acuden fácilmente, sino cuando sienten que no pueden resolverlo solos.

La terapia de pareja es un recurso utilizado para intentar resolver los aprietos en la relación que va sufriendo desgastes, tanto por la convivencia como por los cambios personales y las diferentes etapas que atraviesa la familia. “Muchas veces tardan en acercarse por prejuicios, por escepticismo: ‘un extraño no me va a resolver’. O piensan que se les va a dar consejos para ‘ser bueno y soportarlo todo’ –señala la profesional–. Por eso es muy útil que el psicólogo provea información clara y sencilla sobre el proceso de terapia, qué se busca, cómo son las sesiones y otros detalles útiles. Cuando una pareja acude a buscar ayuda es porque el vaso se colmó”.

–¿Sigue siendo “cosa de mujeres” la terapia de pareja?

–Hace unos años la mujer venía sola, si convencía al marido, venían los dos. Hoy eso cambió, en la mayoría de los casos vienen juntos, aconsejados por alguna pareja que tuvo buenos resultados con la terapia.

–¿Cómo plantean su problema?

–El primer malestar que mencionan es la falta de comprensión mutua, como si vivieran en universos paralelos, solos, abandonados, convertidos en víctimas. Cada uno piensa que el otro es el culpable. Vienen buscando alguien que les dé la razón. Es útil aclararles que el psicólogo no es un juez y que no buscamos al malo de la película; se les explica que la responsabilidad de la relación es compartida.

–Aprender a negociar en la pareja, el gran desafío personal.

–Uno de los puntales de esta terapia es trabajar los problemas de comunicación en la pareja. Personas que no saben escucharse, que culpan a su pareja de su infelicidad, deben aprender a acordar, negociar, volverse más flexibles.

–¿Cómo lograrlo?

–Se implementa un entrenamiento en habilidades de comunicación, comenzando por el ejercicio de escuchar. Expresar lo que se espera de él/ella o de la relación (expectativas). Se ejercitan a hablar en tono asertivo, solicitando lo que necesita sin gritar, sin acusar, reconociendo lo bueno del otro. El objetivo es que aprendan a vivenciar que la conducta tiene sus consecuencias buenas y malas. Se enseñan técnicas para acordar o negociar, para ponerse en el lugar del otro, o sea adquirir una perspectiva más amplia.

–Las mujeres solemos recordar el pasado, el noviazgo.

–La terapia contempla aprender a recordar los lugares, fechas, canciones que han unido a la pareja, expandir la mente, recordar lo bueno y no quedarse en lo desagradable. Entiéndase que esto lo viven como un proceso, pues la tarea en ocasiones no es fácil porque vienen con una carta emocional muy grande; la tarea es ir bajando los decibeles.

–¿Qué se requiere para identificarnos como pareja sin dañar la individualidad?

–Lo primero e indiscutible es la buena voluntad y una dosis de humildad. Saber reconocer los errores y acceder a trabajar las partes de la personalidad que no están ayudando a que la relación funcione. Es de gran beneficio que cada uno aborde su bagaje personal, su propio crecimiento y que no viva esperando que el otro le haga feliz. Hay que cultivar otros ámbitos de la propia vida.

–Hay miradas masculinas y femeninas en los problemas, ¿cómo congeniarlas?

–El hombre y la mujer tienen diferentes maneras de abordar los temas de la vida y las relaciones. El hombre suele ser más objetivo y práctico, la mujer más emotiva y exigente, a veces exageradamente. El problema se perpetúa cuando cada uno es incapaz de apearse de sus creencias y actitudes limitantes. Es común comenzar con frases que degradan al otro y así se va perdiendo la capacidad de escucha hasta llegar a la violencia, primero verbal y después física.

–¿Qué tipo de conflictos prevalecen?

–Cuando la insatisfacción se adentra en la relación, comienzan los problemas de comunicación; va surgiendo la dificultad de expresar los sentimientos, y esto también es campo fértil para la infidelidad. Los casos más comunes son insatisfacción sexual, desacuerdos financieros, contrariedades con la familia de origen, dificultades en el manejo y crianza de los hijos; y hoy con las familias ensambladas, problemas con los hijos de un matrimonio anterior.

–¿Cuándo la separación es la opción?

–Cuando sea la última salida, antes intentar en lo posible reparar lo que se ha dañado. Y casi siempre se puede, repito, con buena voluntad y toma de conciencia. Pero tengo que decir que cuando hay extrema violencia, infidelidad, hombres con familias paralelas, es mejor salirse de allí. Una pareja son dos, no es un trío y menos una pandilla. No siempre el amor une a una pareja, muchas veces son los intereses económicos en común, el miedo a la soledad, la dependencia económica –sobre todo de la mujer–.

–¿Es bueno escuchar consejos de familiares y amigos?

–Son los primeros consejos en llegar, pero generalmente no son posiciones neutras. La pareja tiene que aprender a madurar y resolver sus conflictos. Hay una variable que tiene que considerarse: la intimidad. Las parejas suelen reconciliarse bajo las sábanas.

–¿Cuál es el punto límite de la tolerancia y de las exigencias?

–El limite está en la zona de la pérdida de la dignidad. Cuando la pareja deja de ser un aliado en la vida para convertirse en alguien que permanentemente está humillando y bloqueando toda iniciativa de crecimiento, es el momento de plantearse una ruptura, que en estos casos es una salida hasta saludable.

–Qué sucede con el arrepentimiento: “no debí casarme con él”, “no era la mujer que pensé”.

–Hay parejas que hacen del llevarse mal un estilo de relacionamiento. Viven quejándose del otro, pero a la vez están sólidamente unidos. En estos casos, escarbando un poco, se puede ver que la persona no está satisfecha consigo misma y proyecta su frustración sobre el otro. Un espacio importante en la pareja es el trabajo individual, que permita tomar contacto con los factores personales que le conviene cambiar para encontrarse con uno mismo y a la vez mejorar la relación.

–¿Podemos resumir el tema en una frase?

–“No es suficiente encontrar a la persona ideal, nosotros también debemos ser la persona ideal”, Jackson Brown, motivador personal. Y quisiera agregar que la vida en pareja puede ser muy bella, es una de las más estimulantes que puede vivir el ser humano, pero si no se la cuida el príncipe se convertirá en sapo y la princesa en bruja. Novela romántica, cuento de terror o un gran aburrimiento. La cosecha depende de lo que cada uno esté dispuesto a sembrar.

lperalta@abc.com.py

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