Una ciudad levantada sobre siete colinas

Asunción –al igual que la primitiva Roma– se levanta sobre siete colinas. Algunos historiadores dicen ocho, pero con la expansión se multiplicaron. Las lomas han sido testigos de la fundación de la ciudad, vieron elevarse las plegarias hacia el cielo, fueron escenario de revoluciones y hasta ayudaron a subir a las almas al purgatorio.

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Varios historiadores coinciden en que Asunción está sobre siete colinas o lomas: Cabará, Volo Cue, San Jerónimo, Cachinga, Clavel, Mangrullo y el Cerrito Sansón Cue. La octava sería la que popularmente se llama Loma Tarumá.

“La ciudad conservaba íntegramente su antigua característica y su fisonomía tradicional: sus altas barrancas ribereñas al río, sus zanjones profundos y sus alcores arbolados en cuyas cimas y laderas los edificios uniformemente bajos de amplia techumbre y ciclópeos muros de adobe, parecían desparramados al azar”, dice Fulgencio R. Moreno en la brillante descripción de La Ciudad de Asunción (1926).

Loma Cabará ha sido el lugar de la Casa Fuerte de la fundación de Asunción. Estaba junto a la Laguna de los Patos, frente a donde hoy está el edificio del Congreso Nacional (Avda. República y 15 de Agosto).

El Diario del Capitán de Fragata Francisco de Aguirre en 1793 cita que el sitio fundacional de Asunción está “en la pendiente septentrional de una de las ocho lomas de Tacumbú”, recoge Mabel Causarano en su último libro “Encuentro con la Ciudad Escondida” y destaca lo dicho por Esperanza Gil: “Tan pronto fue fundada Asunción decidieron habilitar como Puerto de ella sobre el Riachuelo, en su margen izquierda, al costado de la Loma Cabará (…)” para resguardar las embarcaciones.

En esta loma también se ubicaba la segunda iglesia de la Encarnación en 1543 por orden del gobernador Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Los dominicos se establecieron allí entre 1621 y 1642, año en que fueron expulsados por el obispo Cárdenas. Después de dos mudanzas la quinta iglesia de La Encarnación volvió al lugar en 1818 hasta que en 1889, el templo fue reducido a cenizas por un incendio originado en un pesebre que se había preparado para los Reyes.

Luego se instaló allí el Estadio Comuneros en 1949 hasta que en 1977 una tormenta lo destruyó y hoy es la Plaza Comuneros.

La loma San Jerónimo. No muy lejos de Loma Cabará se distingue un área despejada de bosques, donde se encuentra la guardia de San Jerónimo. A esta loma también se le conoció como el cerro Batería. “El presidio, uno de los tantos que resguardan la costa del río Paraguay (...) y previene los ataques de los indígenas. En las primeras décadas del 900, se fue poblando como barrio San Jerónimo y mantuvo la trama irregular (...)”, dice Mabel Causarano.

El barrio conserva su estructura antigua previa a la reforma urbanística de cuadriculación de la ciudad dispuesta por el Dr. Francia en 1821. Cuentan que el dictador venía a caballo desde su quinta de Ybyra’i hasta el Cuartel de la Frontera, ubicado a los pies de la loma.

La congregación de los Jerónimos se afincó en el lugar con la capilla del santo protector contra los rayos, el mal tiempo y todos los fenómenos meteorológicos.

Muy cerca está la Loma Cachinga, donde está el Hospital Militar, y más atrás hacia el viejo Hospital de Clínicas, la Loma Clavel, en uno de cuyos bares, “El Suspiro” fuera baleado el poeta Emiliano R. Fernández, según el Arq. Jorge Rubiani.

La loma del Volo Cue es donde está la iglesia de la Encarnación (Haedo y 14 de Mayo), uno de los puntos más altos de la ciudad después del Mangrullo.

Este era un peñón de arenisca rodeado de tierra colorada y abundante vegetación. En las cercanías estaba la naciente del arroyo Pozo Colorado que los habitués del Mercado Guazú debían sortear cada día.

Es el lugar de la sexta y última iglesia de la Encarnación, desde 1893, cuando se colocó la piedra fundamental sobre los planos del Arq. Giovanni Colombo.

Cerrito Sansón Cue. La geografía llena de pendientes de Asunción ha contribuido al desarrollo y evolución de la ciudad al dar lugar a soluciones arquitectónicas como la escalinata de Antequera, en el Cerrito Sansón Cue, dándole un toque aristocrático y europeo. En la cima se ubica la Villa Lina, sede actual Museo de Arte Sacro de la Fundación Nicolás Latourrette Bo.

La Escalinata de Antequera, inspirada en la Piazza Spagna de Roma, fue construida durante el gobierno del intendente Miguel Ángel Alfaro en 1928, emulando a Roma y sus colinas. Antes de este destino fue estratégico para ubicar los cañones durante las revoluciones de principios del siglo XX.

La Loma Tarumá es más bien una denominación popular y se sitúa en las actuales calles República de Colombia y Caballero. Lleva ese nombre porque el lugar estaba cubierto de una densa vegetación de tarumás, dice Luis Verón.

El Mangrullo es hoy el Parque Carlos Antonio López. Fue cementerio por lo que muchas almas partieron de allí al purgatorio. Por ello merece otro nota.

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