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1) Sentimos un inmenso dolor por el escándalo de quienes han causado graves consecuencias en personas vulnerables. Estos hechos no los aceptamos y los condenamos, porque contradicen el mensaje cristiano y la misión de la Iglesia, y pedimos perdón por todos ellos.
2) Rechazamos la acusación de encubrimiento de los hechos y reafirmamos nuestro compromiso con la verdad, la transparencia y la acción firme. Por eso, proseguiremos con las oportunas investigaciones, según las prescripciones previstas en el Protocolo para investigar denuncias contra clérigos sobre abuso sexual de menores (julio 2015) hasta que se diluciden los casos, y los que resulten culpables sean severamente sancionados como corresponde.
3) Mientras aseguramos nuestro compromiso sincero y determinado en la búsqueda de la verdad, valoramos el papel que cumplen los medios de comunicación en la formación de la opinión pública y entendemos que la población tiene derecho a recibir información veraz, responsable y ecuánime.
4) Expresamos nuestra cercanía con los afectados por estos graves delitos y, asumiendo nuestra responsabilidad de pastores, nos comprometemos a luchar decididamente para evitar que hechos de esta naturaleza produzcan el incalculable daño a todos los que confían en la Iglesia y sus pastores.
Encomendamos a la ferviente oración de toda la comunidad eclesial la tarea evangelizadora que tenemos como Iglesia.
Asunción, 5 de mayo de 2016