Un futbolista que perdió el brazo, pero no la alegría de vivir

El futbolista profesional Julio González Ferreira (26 años) tuvo un grave accidente automovilístico hace dos años, y perdió el brazo izquierdo. Con gran esfuerzo y una fuerte apuesta a la vida volvió a jugar en el club Tacuary, hace una semana. En esta nota nos habla de sus ilusiones y sus ganas de demostrar que con fuerza de voluntad y dedicación se puede salir adelante.

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“La falta de mi brazo izquierdo no es ningún impedimento para continuar mi profesión de futbolista. Pero debo romper barreras, demostrar que puedo. Y lo estoy haciendo después de dos años de mi accidente rutero en Italia, con la ayuda de Dios, mi familia y mis amigos”, nos dice Julio González Ferreira, que está casado desde hace siete años y es padre de dos hijos.

El deportista dijo que el accidente le ayudó a valorar en su justa dimensión la familia, los amigos, los buenos instantes que se pasan en compañía de los hijos. Además de procurar salir adelante a pesar de las dificultades. “No es fácil, pero optimismo y voluntad me sobran”, sostiene.

Julio volvió a jugar fútbol profesional 23 meses después del accidente rutero en Italia que le costó la amputación de su brazo izquierdo. Tras ganar primero la batalla por la vida, se recuperó, entrenó y se fijó la meta de volver a jugar como profesional, lo que se hizo realidad hace una semana en el club Tacuary.

González Ferreira se inició al fútbol, al igual que sus cuatro hermanos, gracias a su padre Celso Pablino González, que les enseñó el amor por el deporte, según dijo.

Nos contó que se inició en la escuela de fútbol de Olimpia, después pasó a las inferiores de Guaraní, donde estuvo tres años hasta llegar a la primera división.

En el 2001, después de jugar seis meses, fue vendido al Vicenza de Italia. Participó en la Copa América, por la Selección y al clasificar Paraguay para las Olimpiadas de Atenas 2004, viajó con el seleccionado albirrojo, que tras gran campaña ganó una medalla de plata. Y él fue recontratado por el Vicenza.

El accidente ocurrió el 22 de diciembre de 2005. Su contrato con el club italiano terminaba en junio de 2006; de todas formas, respetaron el trato y luego le renovaron un año más, hasta junio pasado. Llegó a Asunción y tomó contacto con el club Tacuary y desde julio de este año está entrenando y es parte del plantel de primera de dicha institución.


FORTALEZA ESPIRITUAL

González afirma que antes del accidente espiritualmente era otra persona. No se daba cuenta de la riqueza que tenía a su alrededor. “Yo tenía todo. Una carrera brillante en el fútbol, esposa, hijos, no me faltaba dinero, ni para comer, y no valoraba. De todas esas cosas me di cuenta estando en el hospital dos meses internado en Italia”, resalta.

“Al despertarme el primer día después del accidente lo más significativo para mí fue verle a mi esposa al pie de la cama. Fue uno de los instantes más hermosos que me pasó en la vida. Había perdido más de cuatro litros de sangre y había pocas esperanza de vida”, indicó.


POR QUE SEGUIR JUGANDO FUTBOL

“Con mi actitud quiero que la gente entienda que los problemas están para ser superados”, indica, a la vez de recordar que la Navidad y el Año Nuevo del 2005 pasó en el hospital.

Refiere estar seguro de que Dios le dejó con vida porque quiere que le dé valor a su vida. Que su ejemplo sirva de instrumento y mensaje para aquellas personas que tienen algún tipo de problema. De demostrar que si uno tiene ganas de vivir y superarse puede hacerlo, y solo debe tener fe en Dios, sacrificarse y esforzarse.

Indica que el único impedimento en cuanto al reglamento es que no va a poder jugar con prótesis, pero para él eso no es ningún problema.

“Mis compañeros tanto del Vicenza como en Paraguay no hacen otra cosa que ayudarme, darme fuerzas para seguir hacia adelante y yo pongo el máximo empeño para demostrarles con hechos mi agradecimiento”, menciona, a la vez de añadir que trata de estar contento siempre para demostrarles a todos que la vida está para vivirla y ser felices.


UN EJEMPLO POSITIVO

A los jóvenes les insta a que traten de luchar por sus sueños, que se sacrifiquen por sus objetivos y que tengan mucha fe en Dios que si lo quieren con el corazón, tarde o temprano van a poder alcanzar.

“Yo me propuse ser futbolista y soy futbolista; me propuse jugar por la selección y lo hice; me propuse ir a Europa y lo conseguí. Me propuse volver a jugar y después de dos años de mi accidente volví a hacerlo. Mi accidente no me cortó el camino, solo me alargó un poco más y eso implica más sacrificio y esfuerzo.

Finalmente, resaltó que “cuanto más difícil y lejano está de alcanzar un sueño, cuando se llega da más gusto gozarlo. Porque uno debe perseverar en sus ideales y para eso debe sobreponerse a las dificultades de la vida”.
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