Testigos por el espíritu

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Animador: Nos reunimos para prepararnos para la Navidad, nuestra fiesta cristiana. Este año dialogaremos sobre la vida consagrada, es decir, sobre la vocación que sienten varones y mujeres para entregar totalmente sus vidas al servicio del Reino de Dios.

Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: En esta Navidad, Dios hecho Niño se acerca a nosotros, nos muestra su buena voluntad, nos da su gracia, nos invita a la reconciliación, a abrirnos a los demás, de manera especial a los miembros de nuestra familia.

Todos: Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: Virgen María, tú que escuchabas y ponías en práctica las enseñanzas de Jesús, haz que nuestra familia y nuestro país, en esta Navidad, renueve su compromiso de vivir en la unidad y en el amor.

Todos: Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: Padre Santo, que revelaste tu voluntad de que todos los hombres se salven, suscita en nuestra Iglesia jóvenes que quieran entregar totalmente sus vidas al servicio de tu Reino.

Todos: Señor, danos muchas y santas vocaciones consagradas al servicio de tu pueblo.

Animador: Recemos juntos el Padre Nuestro y el Ave María.

Canto.

Mensaje bíblico

“Quedaron todos llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les concedía que se expresen”. Hechos 2,4.

Pentecostés fue como un nuevo Sinaí. La nueva alianza esponsal de Dios con la humanidad se ha realizado en la muerte y en la resurrección de Cristo.

Por eso, Dios comunica su Espíritu, su vida íntima, para que participemos en la filiación divina de Cristo y podamos decir la verdad “Padre Nuestro”.

Pero para explicar estas finuras de un Dios de amor, no hay otra manera mejor que el ser testigo claro de Cristo en nuestra vida, dejar traslucir en nosotros sus facciones por el cumplimiento del mandamiento del amor. Las consecuencias prácticas en el amor. Poder decir: “Nosotros somos testigos”, no es un privilegio humano ni una jactancia; somos pecadores, pero dejamos ver claramente nuestro compromiso con el amor a pesar de nuestras limitaciones y debilidades. Es la sabiduría de un Dios amor que convierte y transforma nuestros pecados de crucificar a Cristo en la gracia de resucitar con él. Por eso, todos los que hemos resucitado por el agua del bautismo somos testigos por el espíritu.

El don del Espíritu es para que todos podamos profesar nuestra fe en Jesús, edificar la comunidad y servir a nuestros hermanos, especialmente a los más pobres y marginados. La gracia del Espíritu nos conduce a ser testigos de Jesús, discípulos suyos, que con nuestras palabras, obras y vida, nos convirtamos en misioneros de la Buena Nueva de salvación realizada en su persona: “Ustedes recibirán una fuerza, cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes y de este modo serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría, y hasta los confines de la tierra” (1,8; ver 4,31).

Ya vimos que el Espíritu se nos da para que seamos testigos de Jesús en todos los lugares de la Tierra (1,8). Pero la presencia del Espíritu se diversifica en otras actividades íntimamente relacionadas con el testimonio, que con nuestras palabras, obras y vida entera damos del Señor Jesús.

Preguntas para el diálogo:

¿Para qué sirve el don del Espíritu Santo?

¿Qué podemos hacer para ser mejores Testigos por el Espíritu?

¿Cuáles serían las cualidades más resaltantes de los testigos por el Espíritu?

Oración de los fieles:

A cada oración respondemos juntos: Envía tu Espíritu, Señor.

Por la Santa Iglesia de Dios: para que tenga oídos abiertos a la voz de Cristo y se purifique de sus faltas y debilidades. Roguemos al Señor.

Por lo que gobiernan las naciones: para que den prioridad al clamor de los más necesitados. Roguemos al Señor.

Por los esposos: para que sepan escucharse mutuamente. Roguemos al Señor.

Por los jóvenes: para que aprendan a escuchar la voz de Dios que los llama a una vida feliz y generosa. Roguemos al Señor.

Por los enfermos y por todos los que sufren: para que encuentren quien los escuche y consuele. Roguemos al Señor.

Por nosotros y por nuestros hermanos ausentes: para que sepamos comunicarnos unos con otros de manera positiva y respetuosa. Roguemos al Señor.

Compromiso:

Vivir tomando conciencia de la acción del Espíritu Santo en nuestra vida que nos hace testigos alegres del Señor.

Interesarme por los grupos parroquiales, ver sus carismas. Participar en los que más me identifico.

Enseñar a niños y jóvenes la alegría de ser testigos por el Espíritu.

Oración final

Animador: Al culminar este encuentro llevemos en nuestro corazón la palabra que escuchamos y compartimos, esto nos ayudará a mirar la Navidad con ojos de fe y esperanza.

Todos: Señor, que esta Navidad renueve la fe y el amor en todos los consagrados al servicio de tu Reino.

Animador: Hemos reflexionado sobre la vida consagrada reconociendo la belleza de responder generosamente al llamado de Dios.

Todos: Señor, gracias por la vida y el testimonio de todos los consagrados que, con fidelidad y perseverancia, colaboran en la construcción de tu Reino.

Animador: Que cada familia en el Paraguay sea un lugar donde se aprenda a conocer y a amar la vocación a la vida religiosa y sacerdotal como un medio de servir a Dios y a su pueblo.

Todos: Señor, ayúdanos a reconocer tu presencia en la vida de los consagrados a tu servicio.

Animador: Recemos todos juntos pidiendo al Señor que mire con gran compasión y misericordia sobre la vida religiosa en nuestro país, y que suscite personas consagradas que vivan su vocación con entrega generosa y esperanza alegre. Por estas intenciones recemos todos juntos un Padre Nuestro y Ave María.

Canto.

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