Teología de la educación

Cargando...

Es posible, muy probable, más aún seguro, que no pocos lectores del diario ABC Color al encontrarse con el título de mi columna de opinión de hoy automáticamente pasen los ojos en busca de otro encabezamiento en otro espacio de la página, porque lo que imaginan que les voy a decir aquí no les interesa para nada. Creo que la palabra "teología" y lo que ella representa no está entre los temas de interés de la mayoría de la gente o bien porque desconocen lo que hay dentro de ella o sencillamente porque lo que se refiere a la fe y lo que desde ella pensamos de Dios y de los planes de Dios para la humanidad no está entre sus inquietudes, preocupaciones y necesidades apremiantes.   

La teología no es la ciencia que trata de Dios. Sobre Dios no se puede hacer ciencia. La teología es la ciencia que estudia, investiga, profundiza y desarrolla la fe de la gente, las distintas maneras de tener, vivir y expresar la fe desde las diversas religiones o sin ellas.   

Y lo que me inquieta como educador es que son muy pocos y muy desconocidos los especialistas de teología y los especialistas en educación que se hallan interesados en pensar qué pueden aportar las perspectivas y vivencias de la fe a la educación y la inversa, qué puede aportar la educación al desarrollo de la fe.   

Los colegios de comunidades o de grupos religiosos de distintas Iglesias y religiones suelen incluir espacios disponibles de clases y actividades religiosas donde proponen a sus educandos los modos propios de entender la fe y lo que su fe les dice de Dios y de cuanto hace a la relación de los hombres con Dios, con los demás, con la naturaleza y con ellos mismos a la luz de los datos que su fe les da.   

Pero el resto de las instituciones, salvo excepciones, cuando planifican sus currículos y programas, prescinden totalmente de las perspectivas de la fe. Algo así como si capacitar para la vida nada tuviera que ver con orientar sobre los impresionantes y trascendentales horizontes que las fes abren a los seres humanos.   

Los educadores tenemos la responsabilidad de respetar la fe de nuestros educandos y lo que sus padres nos solicitan, sencillamente porque la libertad religiosa es un derecho humano fundamental. Pero también tenemos la responsabilidad de ofrecer a familias y educandos nuestra competencia profesional en la educación integral que incluye la totalidad de las dimensiones del ser humano, entre las que se encuentra sin duda la dimensión espiritual que posibilita vivir todo el potencial de trascendencia de nuestro ser.   

Para los cristianos el tema se presenta muy desafiante, porque al haber conocido a Cristo, a Jesús de Nazareth, y habernos decidido a fiarnos de El y desear secundar su manera de entender y relacionarse con Dios y su proyecto para la humanidad, como educadores competentes no podemos prescindir de lo que esa fe en El y el seguimiento llevan consigo.   
 
Qué duda cabe de que el modo cómo Cristo nos ha hablado de Dios, del hombre y la mujer ideal, del valer de los niños, su visión sobre los demás y nuestras relaciones con ellos, especialmente ante los más débiles, los más necesitados, los que más sufren, su manera de exigirnos responsabilidad en el bien de los demás incluidos los enemigos, en el bien común, su capacidad de comprensión ante las debilidades propias y ajenas, su anhelo de que seamos felices y sus estrategias para lograrlo, su confianza en el poder extraordinario de crecer en calidad humana que nos atribuye a todos y cada uno, su pasión por la justicia y, sobre todo, su decisión definitiva a favor del amor por encima de todo… constituyen un caudal, un tesoro inagotable de inspiración y gestión para todos los educadores.   
 
Desde la fe, y en el caso de la mayoría de nuestra población, desde nuestra fe cristiana, la educación puede ser enriquecida, no solo a nivel de propuestas de comportamientos extraordinariamente humanizadores, sino de visiones y comprensiones de la vida, la naturaleza y el cosmos de valor incuestionable.   
 
La educación puede y debe ser iluminada, enriquecida, potenciada desde la fe reflexionada, desde la teología y, al mismo tiempo, la manera de entender, vivir y expresar la fe puede y debe ser desarrollada desde una educación integral.
Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...