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El actual arzobispo y en aquel entonces obispo auxiliar de Asunción, Mons. Pastor Cuquejo, fue el coordinador general de la visita papal, designado por la Conferencia Episcopal Paraguaya. Su misión era trabajar con otra comisión que iba a designar el Gobierno, porque había servicios que la Iglesia no podía prestar, como la seguridad.
Una vez conformadas las dos comisiones, comenzaron los preparativos. Trabajaron seis meses en lo que iba a ser una visita histórica, que al mismo tiempo era muy esperada por todos los paraguayos. Las comisiones se reunían por su parte, y cada fin de mes se hacía un encuentro en conjunto. Al final, el Gobierno se encargó de la seguridad y del alojamiento de los visitantes, mientras que el Papa decidió alojarse en la Nunciatura.
Según Cuquejo, desde que el Vaticano confirmó la visita de Juan Pablo II, en diciembre de 1987, quedaban seis meses para trabajar. Era considerado poco tiempo, porque la Iglesia tenía que elaborar un proyecto pastoral, que la gente valorase y que dejara sus frutos espirituales.
Pero más allá de la organización pastoral, se debía también trabajar en la infraestructura a montarse, como el espacio para las grandes reuniones, los equipos de sonido a ser contratados y la movilización de los jóvenes, en este caso de los servidores, para que atendieran a la multitud que iba a concurrir a las concentraciones. En principio se pensó en 10.000 servidores, pero esta cantidad se superó, por la expectativa que generó la presencia del Papa.
Se conformó igualmente una comisión económica, que recolectó más de 400 millones de guaraníes para solventar los gastos. En ese entonces era mucho dinero.
A partir de la confirmación de la visita, surgió la disputa entre el Gobierno y la Iglesia con respecto a invitación de quién venía. Al respecto, Cuquejo sostuvo que por política el Papa tiene que recibir dos invitaciones: del Gobierno, por ser jefe del Estado Vaticano, y de la Conferencia Episcopal Paraguaya, por ser el jefe de la Iglesia. A partir de esa aceptación llegaba al Paraguay su enviado, el padre Roberto Tuchi, a quien acompañaban miembros de la seguridad papal.
Preguntado Cuquejo sobre cómo establecieron el programa de la visita, explicó que primeramente los obispos presentaron un programa básico de los lugares que podía visitar y qué se quería escuchar del pontífice. En el plan de visita figuraban Asunción, Concepción y Villarrica. Finalmente, Concepción fue excluida, porque el Gobierno argumentó que el aeropuerto de esa ciudad no ofrecía las garantías para el arribo de la comitiva. La razón aducida es que el aeropuerto estaría en obras de refacción.
“Cuando supimos que Concepción no figuraría en el itinerario, la CEP nos encomendó a Mons. Felipe Santiago Benítez y a mí ir a Roma y manifestarle al Papa la imposibilidad de llegar a Concepción.
Habría un disgusto porque los concepcioneros estaban esperando con ansiedad la visita. Pedimos audiencia, y en el segundo día, a la noche, el Papa nos invitó a cenar y allí hablamos y le informamos que Concepción estaba descartado por el argumento del Gobierno. Entonces, el Pontífice propuso rendir un homenaje a Concepción y a su obispo en la misa que iba a oficiar en Villarrica, y así fue”, explicó.
Cuquejo explicó que el aeropuerto de Concepción estaba en reparación y la Iglesia no podía juzgar si se iba a terminar o no a tiempo.
El obispo reconoció que la visita del Papa generó preocupación en el Gobierno. “El temor era por la convocatoria que iba a tener. Los gobiernos autocráticos, como el nuestro en aquella época, tenían miedo a las grandes multitudes. Su temor era que esa multitud fuera manipulada ideológicamente y que lo desestabilizara. Tenía mucha reticencia a la visita, pero la visita fue un éxito”, remarcó.
Reconoció que las tensiones surgieron por lo que pasó en Concepción y por el manejo de las comunicaciones. “El Estado no dio toda la libertad a los medios que estaban a cargo de la Iglesia. Y hasta era lógico, porque quería controlar todo, pero al final no hubo tantos contratiempos”, resaltó.
Otra de las preocupaciones era cómo montar los equipos de sonido, y al respecto explicó que se tuvo que contratar a una firma brasileña porque en Paraguay no se tenía la infraestructura para cubrir el Ñu Guasu. También se gastó mucho en los altares, para que la gente pudiera verlos desde el lugar en que le tocase estar.
avelazquez@abc.com.py
Fotos: Gentileza de la CEP