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El otrora famoso “Sport Yu’i” participaba en los vaporosos corsos asuncenos de la época con sus reinas y vicerreinas, al frente de carrozas dirigidas por una rana gigante (que abría y cerraba la boca), uno de los centros de atracción de niños, jóvenes y adultos que acudían masivamente a los carnavales de la avenida Mariscal López.
En los días de lluvia, las aguas permanecían estancadas mucho tiempo en su predio, a veces todo el invierno. En las lagunas se criaban miles de ranas (ju’i, en guaraní)”, de donde proviene el sobrenombre del Club Sportivo Villa Aurelia (Benítez Vera y Del Maestro).
La cancha de fútbol, reglamentaria, tenía un pronunciado declive, de este a oeste. Los diarios de los sesenta y setenta la describían como “tobogán, reducto imbatible” para los rivales de turno, hoy encajonado en el nuevo centro financiero de Asunción, a tres cuadras de la avenida Mariscal López y de San Martín.
“El agua de lluvia llegaba hasta nuestras piezas. A veces pasábamos en vilo toda la noche. Se formaba una gran aguada, quedando en ella peces y hasta mbusu, que los niños pescábamos utilizando una cañita con un alfiler al que le dábamos forma de anzuelo”, relata el doctor Ángel Daniel Cohene, quien escribió un compendio de la historia de la entidad.
“En el verano nos dábamos un chapuzón. Las ranas tenían un concierto aparte de noche. Sus cantos no paraban hasta el amanecer”.
Los mayores nos hacían creer hasta en fantasmas. De noche teníamos miedo para pasar cerca de la laguna. Nos salía el corazón por la boca cuando algún amigo atorrante en la distancia nos veía y nos asustaba con una sábana o con algún elemento ruidoso que nos obligaba a correr hasta nuestras casas”.
Entre pájaros y ranas
El Sportivo Villa Aurelia fue fundado el 29 de setiembre de 1935 en homenaje a la Batalla de Boquerón. Era en un baldío que se convertía en esteral con las precipitaciones pluviales. Era refugio de ranas, pájaros de distintas variedades, sapos, víboras, aves de distintas clases, loros, cotorras, tuguái jetapa y pájaros carpinteros. De ahí el nombre de Sport Yu’i”.
El establecimiento deportivo lleva el nombre de Aurelia viuda de Campos Cervera, la propietaria de una gran porción de terreno que abarcaba desde la Avenida República Argentina-San Martín hasta Madame Lynch.
Adoptó los colores de la selección argentina, la albiceleste, en homenaje al país natal de la propietaria.
Participaba en la División de Ascenso de la entonces Liga Paraguaya de Fútbol. “Era la N° 1 en hinchada en esa división”, rememora Cohene.
Sus tradicionales rivales eran el 12 de Octubre de Villa Aurelia y el General Genes (Villa Morra). En la cancha del “12” se construyó más tarde el Colegio Técnico Nacional). Este tenía como camiseta la verdeamarilla, similar a la de Brasil.
¡Rehasáma la raya!
El choque dominguero entre ambos conjuntos era la cita ineludible de todo el barrio.
No había alambradas de separación entre el público y los jugadores. Los tahachi (soldaditos) se encargaban de poner orden a cachiporrazos o a patadas. “Rehasama la raya!, exclamaba cuando un fanático se sobrepasaba”.
En 1963, el club llegó a la cúspide con la obtención del campeonato bajo la presidencia del comisario Eugenio Cantero y Gerardo Fleitas como entrenador. Ese año, el equipo perdió un partido (3-1), contra el Atlético Juventud de Loma Pytã.
El jefe de la bullanguera hinchada era Quintín Cardozo, secundado por doña Agripina de Cubilla y familiares de los jugadores.
Por el club pasaron jugadores de la talla de Víctor e Ireneo Navarro, los hoy arquitectos Gustavo Godoy y José Espínola, Hugo Ricardo Talavera, los hermanos Toté, Popi, Fabio y José Pacuá; los hermanos Papi, Nenito y Kinga Romero; los arqueros Coco y Tuna, Laku y Osvaldo Téllez, Néstor Rejala, Eladio Medina (Bebucho) y los entonces juveniles Julio Turlán, Lorenzo Romero (tío de los “melli” Romero de Cerro), Sindulfo Marecos, “quien debutó en primera a los 14 años”.
El legendario defensa lateral derecho Pedro “Cable” Molinas también formó parte de la historia de “la albiceleste”.
“Un renglón aparte lleva la figura de Alfredo ‘Chacho’ Vega, quien empezó dándole a la redonda en nuestro club. Luego fue campeón invicto en el año 1955 con el mejor equipo de toda la historia en el Paraguay, el club Libertad, haciendo una pasantía por el Santos Fooball Club del Brasil, donde jugaba el Rey Pelé. Chacho fue el único paraguayo compañero de este fenómeno mundial. Después sentó filas en el Millonarios de Colombia y se convirtió en un ícono de ese equipo, dirigido por el paraguayo César López Fretes”.
(Continuará...)
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