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“Son 7 días de intensa oración personal y comunitaria para que caigan las murallas de los vicios, del odio y rencor, de maldiciones y desventuras, de tristezas y pecados. Son 7 días pidiendo alguna gracia muy especial como, por ejemplo: la liberación de algún mal, la sanación de alguna enfermedad grave o la conversión de algún ser querido. Son 7 días diferentes que cambian toda la rutina”, afirman los organizadores.
Jericó era la primera ciudad que tenían que conquistar los hebreos para entrar en la tierra prometida. Parecía ser una barrera invencible: la ciudad estaba muy bien amurallada. Pero Dios mandó cercar a Jericó y por 7 días marchar una vez al día alrededor de su muralla, en el séptimo día deberían marchar 7 veces y sonar las trompetas con aclamaciones, que las murallas caerían. Y así sucedió. (Cf. Jos 6, 1-27).