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Jakob Unger fue el primero entre los pioneros de las colonias menonitas del Chaco paraguayo en estudiar científicamente la fauna chaqueña. Manejaba la técnica de la taxidermia y realizaba envíos de muestras de animales a museos de Europa y Estados Unidos. Cuando a instancias de algunos maestros de escuelas se empezó a organizar algunas colecciones de objetos artesanales de las diversas tribus de indígenas de la zona, artefactos de los menonitas pioneros y ejemplares de la naturaleza local, en octubre del 1957, el profesor Peter J. Neufeld anunció con alegría: “Tenemos un museo”. Y un lote de animales taxidermizados fue donado por Unger para integrar la colección que en principio fue expuesta en una sala del colegio secundario de Filadelfia. Varias familias procedieron a entregar piezas con valor histórico para el montaje del nuevo espacio cultural.
En 1970, la colección fue trasladada al segundo piso de la Casa de la Colonia (Koloniehaus) y se procedió a aumentar la cantidad de objetos de interés. Tres años después, en noviembre de 1973, el profesor Paulhans Klassen resaltó que mediante el apoyo financiero de la Administración de la Colonia Ferheim se acrecentó notablemente la serie de pájaros chaqueños con ejemplares que habían sido clasificados por Jakob Unger Junior, residente en Neuland. El hombre aportó 180 especies más de aves, algunos mamíferos y víboras.
En 1978 un biólogo del Cuerpo de Paz que pasó unos meses en la localidad trabajó en la identificación de los pájaros con sus nombres científicos y populares.
Durante las celebraciones de cincuentenario de la colonia, en 1980, el biólogo Walter Hausmann, llegado de Berlín, Alemania, propuso denominar Jakob Unger al museo científico, por haber sido el primero en estudiar la avifauna del Chaco. Ya en el año 2009, el acervo natural fue trasladado a un edificio restaurado que era la escuela primaria por mucho tiempo. En este local de tres salas, dos están destinadas a exhibir las colecciones de animales y una para mostrar elementos de la cultura indígena de la zona.
Montados de manera vistosa, en las vitrinas se observan loros y pajarillos con coloridas plumas. Hay huevos, nidos y troncos de árboles que recrean especies de los bosques chaqueños.
Aves de mayor porte tienen sus ubicaciones en el salón de entrada, donde también hay muestras de mamíferos: tigre, taguá, oso hormiguero, venado, zorrillo. Huesos de gliptodonte y del mastodonte, así como el tatu carreta y reptiles embalsamados despiertan la curiosidad de los visitantes.
En las paredes, cuadros formados con coloridas mariposas y algunos insectos completan la diversidad faunística, con arañas y hasta caracoles.
En la tercera sala están las piezas indígenas. Se exponen productos hechos por los aché, ayoreos, enlhet y otros: figuras de animales tallados en maderas, adornos plumarios, pantallas, cestos y tejidos de fibras naturales. La parte histórica recoge una serie de hachas de piedras y un conjunto de cerámica precolombina hallada en el campo de Hoeckh durante unas excavaciones realizadas en 1982.
Hans Boschmann, guía del Museo Científico Jakob Unger cuenta que el local es una dependencia cultural de la Cooperativa Multiactiva Ferheim.
Visitantes de 47 países
El Museo Científico Jakob Unger se halla en pleno centro de Filadelfia (esquina de las avenidas Hindenburg y Trébol). El acceso al público es de lunes a viernes de 07:00 a 11:30, con aporte voluntario.
Hans Boschmann, guía del museo, cuenta que el local es una dependencia cultural de la Cooperativa Multiactiva Ferheim. “En los últimos tiempos hemos experimentado un aumento considerable de visitas. Durante el año 2012 hemos recibido gente de 47 países”, explica el anfitrión.
El iniciador, Jakob Unger nació el 23 de febrero de 1894 en Novogrovesk (Rusia) y falleció en Filadelfia el 22 de junio de 1959. Durante su vida en la colonia se dedicó a investigar la rica fauna chaqueña.
Comunidad en desarrollo
Filadelfia (capital del departamento de Boquerón) queda a 470 km de Asunción por la ruta Transchaco (asfaltada). Se organizó como una colonia menonita en 1930 con personas procedentes de Canadá, Rusia y algunos países europeos. Su población ha desarrollado una cultura basada en la religión (son seguidores de Menno Simons) y el trabajo sustentado en la cooperativa. Se maneja en lengua alemana.
La ciudad, con aspecto ordenado e intenso movimiento comercial y empresarial, experimenta hoy un alto crecimiento agrícola ganadero con importantes rubros de exportación: carnes y derivados lácteos, principalmente. También es significativo el procesamiento de sésamo y maní.