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La resurrección del Señor es un acontecimiento que marcó profundamente a los discípulos. La Iglesia en su sabiduría nos invita a dejarnos marcar también profundamente por el paso liberador de Cristo. El mismo sepulcro en el que terminaba la vida el Viernes Santo es ahora testigo de la resurrección del Señor.
Y todo ocurre el primer día de la semana al amanecer. A partir de allí el primer día de la semana tiene un nombre propio el dies Domini, el día del Señor. Con Cristo vivo renacen las esperanzas, se reencuentran los corazones, ya no domina la muerte, ya no triunfan las sombras de la muerte sobre los que se acogen a la vida que el Señor nos ofrece. Por esta vida nueva, la Iglesia se alegra y nos propone ser también testigos de la resurrección de Jesús, dar testimonio del poder del amor, y de la derrota de uno de los enemigos más temibles de la humanidad: la muerte.
En la liturgia se canta con gozo el Gloria, el Aleluya, se adorna el templo con flores, y se le da un destaque importante al cirio pascual. El mismo arderá durante las celebraciones los cincuenta días de Pascua, anunciando que Cristo Resucitado es la luz que vence a las tinieblas.
Reflexión
La experiencia de la resurrección de Cristo es un hecho sin precedentes en la historia. Hoy casi dos mil años después, sigue siendo un signo de renovación y esperanza para todos los cristianos. Con la resurrección de Jesús, sabemos que la muerte no tiene la ultima palabra en nuestra historia. Quien permanece en el amor de Cristo, es quien resucita con Él a una nueva vida. El mismo Señor que padeció, que fue flagelado, coronado de espinas, burlado, clavado en la cruz, muerto y sepultado es ahora el hombre glorioso que nos asegura un lugar en su Reino de amor y de justicia.
Dentro del trienio de la Juventud, no podemos escapar a la realidad de numerosos jóvenes que parecen estar muertos en vida, echados a su suerte, lejos de mejores oportunidades, vacíos existencialmente, sin trabajo, sin opciones, sin esperanzas...
¿Hay algo más o eso es todo para ellos? Hasta cuando parece que vence el infortunio, la Resurrección de Cristo se alza como un faro que lo ilumina todo, que lo aclara todo y que renueva las esperanzas. Abrazados a Cristo es posible vivir la novedad del Evangelio.
La experiencia de encontrarnos con El Señor resucitado anima a detenernos, tomar fuerzas y a avanzar seguros por el camino de la vida verdadera. Pero, es necesario ayudar a otros en la tarea del encuentro con el Señor de la vida, ser portadores de la luz que Jesús quiere hacer resplandecer.
Tras huellas de Cristo
San Pío de Pietrelcina es el santo capuchino de los estigmas. La reliquia de su corazón estará de visita en Paraguay del 10 al 18 de abril. Estará recorriendo los conventos de los Capuchinos en Asunción, Mariano Roque Alonso, Pastoreo y Ciudad del Este. Visitará además las catedrales de Asunción, San Lorenzo, Caacupé y Ciudad del Este. Estará también por el Hospital de Clínicas y el Hospital del IPS.
No podemos negar que San Pío buscó configurarse en todo al Señor, y al cargar con la cruz, alcanzó también la vida eterna, esto lo hace un gran intercesor de los hombres ante Dios. Para más informes comunicarse al 021 310 581 o 0984 995-738.
hnovalentin@hotmail.com