Remebranzas de una antigua gomería anexo aguatería

En los años setenta don Juan Alberto Delgado Torres tenía montada su pequeña gomería a la sombra de una densa arboleda en el kilómetro 8,5 de la Ruta Mariscal Estigarribia. Era uno de los primeros negocios del ramo por la zona. Allí mismo era el encargado de un pozo artesiano donde expendía agua a los carritos aguateros. A los 91 años recuerda con nostalgia aquellas labores.

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Sentado en un banco a un lado de la transitada Ruta Mariscal Estigarribia don Juan Delgado pasa revista al tiempo. En ese mismo lugar trabajaba de sol a sol, los siete días de la semana en su pequeño negocio.

“Yo soy sanlorenzano. Nací en 1924, cuando todo esto era parte de San Lorenzo del Campo Grande. Pero en 1939 se independizó Zavala Cue y así surgió Fernando de la Mora”, dice este antiguo poblador de la zona que muestra el sitio exacto donde estaba el grifo de donde se surtían de agua los carritos aguateros en los años 70 y parte de los 80.

Memora que entre el desperdigado caserío y los comercios iniciales hacia 1970 abrió la “Gomería Delgado” que fue una de las primeras de la zona, pues no había tantos vehículos: “Esto más bien todavía era un descampado y la otra gomería estaba bastante retirada”.

Como el negocio no podría sobrevivir solo con neumáticos, también se dedicaba a la carga de acumuladores, cambio de aceite y reparto de garrafas. Pero la actividad anexa más importante fue el expendio de agua potable a los carritos aguateros.

“El dueño de la propiedad era un alemán, Julio Escheer, y él me designó como encargado para la provisión de agua a los carriteros mediante la manguera con grifo que venía desde el pozo artesiano y salía hasta la ruta”, sigue contando.

En tiempos de sequía, los carriteros aparecían de 07:00 de la mañana hasta la tardecita, todos los días. “Había entre 50 a 100 por día y transportaban el agua sin parar porque no había agua corriente en la zona y había mucha escasez”.

El Ing. Arquímedes Delgado (56) recuerda que ayudaba a su padre en el negocio que funcionaba muy bien: “Inclusive, llegamos a fabricar las baterías, que en aquel tiempo eran desarmables. Entonces, de los acumuladores viejos hacíamos otro nuevo con las piezas que estaban bien”.

Aparte era quien hacía el “delivery” de garrafa en bicicleta en una amplia zona de San Lorenzo, parte de Asunción, Luque, 4 Mojones y hasta Villa Elisa.

“Como nosotros suministrábamos el agua a los carriteros les hacíamos formar una fila estricta controlada con una boletita, pues muchos a veces querían saltarse el turno. Era muy rápida la tarea porque el agua salía con mucha potencia desde el pozo artesiano de 150 metros de profundidad”, refiere.

En el pozo había muchísima agua y de buena calidad. El precio de venta en el lugar era de G. 10 el tambor. Se revendía a G. 80 o 100: “Con la inflación los precios fueron variando”.

Ramón Vera (58), otro de los lugareños, también era ayudante de los Delgado en la aguatería. “Desde los diez años comencé a trabajar por la zona y a los 16 estuve con ellos en la aguatería. Me encargaba de hacer funcionar el compresor para extraer agua. Teníamos muchísimos clientes. El tanque de entonces era de 5.000 litros, pero ahora hay uno de 30.000 litros con agua de un pozo más nuevo”.

Santiago Delgado (31) comenta que su abuelo siempre les relataba con orgullo que trabajó con los carritos aguateros por lo que la historia los emociona. Recomienda cuidar de los pozos artesianos, pues también se agotan los bolsones de agua se o pueden contaminar.

Pozos artesianos y someros

La zona de Fernando de la Mora donde se expendía agua a los carritos aguateros se asienta sobre el acuífero Patiño. La formación geológica en el lugar es muy alta y las napas freáticas y artesianas están muy profundas. Por ello las aguas artesianas se encuentran a partir de 120 metros. Por esta misma razón pocas casas de los alrededores tenían pozos someros (tradicionales). Aparte, en tiempos de sequía, estos últimos se agotaban rápidamente. Eran contados los que se mantenían con agua en tiempos de escasez. De ahí que prosperaba el negocio de los carritos aguateros, que llevaban el agua a las casas donde se depositaban en dos o tres tambores para su uso doméstico. Hoy son solo postales de antaño.

pgomez@abc.com.py

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