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El religioso y sus feligreses construyeron un albergue que lleva el nombre de Rosa María, donde son recibidas las mujeres abusadas y quedaron embarazadas. Desde su creación, el viernes último, nació el niño número 190.
También logró la habilitación de comedores para los pobres en el barrio Santa Lucía y en la casa parroquial, donde comían los vendedores ambulantes, pobres e indígenas. Igualmente, facilitó la construcción de dos salones velatorios en dos capillas de la jurisdicción parroquial.
Igualmente impulsó cursos y charlas de capacitación para que la gente humilde acceda a una profesión. En su parroquia también acudían gentes de Alcohólicos Anónimos y otras personas que claman la ayuda caritativa. “Estoy muy feliz, porque la gente sigue queriendo a los sacerdotes”, indicó el religioso de 72 años, quien se acogió a la jubilación. Actualmente, vive en San Lorenzo y no descarta la posibilidad de seguir ayudando en la diócesis vecina de la Arquidiócesis.