Preocupan debilitamiento de la educación familiar y desempleo

El obispo de Encarnación, Mons. Ignacio Gogorza, lamentó ayer la situación de ansiedad y desasosiego en que se encuentran las familias ante la falta de trabajo, la emigración y por la profunda crisis social. A los jóvenes les invitó a oponerse a las falsas ilusiones de felicidad y a los paraísos engañosos de la droga, el placer y el alcohol, y a todas las formas de violencia.

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CAACUPÉ, Cordillera (Desiré Cabrera, de nuestra redacción regional). En el séptimo día del novenario, Mons. Gogorza se refirió a la situación actual de las familias paraguayas y lamentó los problemas que las afectan, como la carencia de trabajo, los salarios insuficientes, la carestía de vida, las condiciones de promiscuidad en la vivienda, la falta de espacio de sana diversión y el deterioro de la salud. Además, sostuvo que hay dificultades para que los jóvenes estudien.

Según el religioso, estos factores en su conjunto crean un clima de ansiedad y desasosiego en los miembros de la familia, difícil de superar. Explicó que ante la escasez de trabajo, es notable también la emigración de algún miembro de la familia a otros países para ayudar en la manutención, dándose de esa forma el aspecto más grave de la desintegración.

Al analizar la realidad de las familias, dividió a las mismas en dos grupos: las del sector urbano y las de la zona rural. En ese sentido, dijo que las primeras cuentan con poco tiempo para la convivencia y el diálogo debido al trabajo o a las modas culturales. Además, están muy influenciadas por los medios de comunicación social, sin tiempo para el diálogo. Agregó que ante la profunda crisis social y estructural, tienen miedo al futuro y eso se refleja en la visión pesimista ante la vida; poco diálogo, posturas inflexibles, deterioro de la salud física y psíquica.

Añadió que se percibe un miedo a la educación de los hijos y por ello se confía la misma a otras instituciones muy tempranamente.

Familias atípicas

También se refirió al elevado crecimiento de las familias atípicas, madres solteras, separados, divorciados viudos y viudas y hasta formas de convivencia que abogan por reconocimiento social desde una vivencia homosexual o lesbiana.

Lamentó además el poco sentido de la militancia social y de la solidaridad a pesar de la gran información de la que se dispone. Criticó asimismo la búsqueda de la calidad de vida, desde un narcisismo o individualismo a veces sospechosa.

En lo que se refiere a las familias rurales, Mons. Gogorza dijo que la figura de la mujer, más como madre que esposa, tiene un destacado papel no solo en la constitución familiar, sino en hacer posible la persistencia de esta unidad y el crecimiento, y aun el progreso de los hijos.

Como esposa, y ante una situación todavía de machismo, padece muchas situaciones difíciles y aun violentas por mantener su hogar y porque a sus hijos no les falte el pan.

Finalmente hizo hincapié en la sociedad moderna y su nueva cultura, que hoy en día está entrando con fuerza, sobre todo a través de la presión que ejercen los medios de comunicación. Esto hace que los valores y aun las formas culturales estén en permanente proceso de cambio. Este cambio trae consecuencias positivas y negativas a la vez, acotó.

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