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Quién no lamenta un poquito al menos regresar al deber después de las vacaciones, pero sentir desgano o cansancio puede significar algo más. “Clásicamente, se define al estrés como una reacción que ocurre cuando las demandas del medio sobrepasan la capacidad de afrontamiento del individuo.
Regresar de las vacaciones puede provocarnos malestar. Volver a enfrentarse a la responsabilidad y obligaciones puede suponer un aumento de las reacciones fisiológicas, cognitivas y emocionales de manera temporal, por el cambio brusco de horarios, hábitos y ambientes. Podría durar como mucho una semana y luego debería pasar”, dice la Lic. Vergara, abriendo el tema.
–¿Podemos hablar de un estrés posvacaciones?
–Ese sería un término contradictorio. Se supone que al volver de las vacaciones, deberíamos estar frescos, descansados, listos para comenzar nuestras tareas. Es algo nuevo, una “enfermedad” en la que antes ni se pensaba. Es una señal de alarma para plantearnos problemas más profundos.
–Vivimos muy expuestos, ¿tiene que ver la sobreexigencia?
–Puede ser exigirnos más por la competencia de “ser más”: el mejor viaje, más caro, más fashion, todo lo vemos reflejado y reforzado en las redes sociales. Muchas veces nos cansamos por detalles que acabaron desvirtuando el sentido de las vacaciones, por ejemplo vernos bien, preocuparnos de las fotos, estar pendientes de qué hacen otros, son cosas que nos impiden regresar renovados a la rutina.
–¿Cómo centrarnos en lo más saludable?
–Hay que tratar de no repetir los errores que ya cometimos. Utilicemos las vacaciones para lo que son: relajarnos, disfrutar de la naturaleza, pasar un tiempo agradable con nuestros seres queridos, disfrutar de lugares nuevos.
–Los padres suelen sobreponerse rápido, ¿qué sucede con niños y adolescentes?
Puede representar estrés pensar en que hay que volver a clases, también lo contrario, estar todo el día en casa sin hacer nada esperando que comiencen las clases. Se necesita buscar fuentes de entretenimiento sano y constructivo durante todo el año. No es bueno que las vacaciones sean los únicos días felices que pasen, debido a que la vida cotidiana es muy rutinaria, pesada o porque las relaciones en casa son conflictivas.
–Al volver de un viaje y entrar en la casa, se pueden experimentar dos cosas: alegría o descontento.
–Si nos causa descontento, es una oportunidad para proponernos a realizar cambios positivos en nuestra vida, aunque ello incluya hacer un esfuerzo.
–Un ajustado presupuesto en vacaciones, ¿puede arruinarlas?
Es importante entender que los valores superficiales impuestos por la sociedad manejan nuestra existencia, y mientras esto sea así, vamos a extralimitarnos en los gastos y sobrecargar la tarjeta, sabiendo que a fin de año querremos ir nuevamente de vacaciones. Lo mejor es cortar el círculo vicioso de gastar dinero y comprar con dinero que no tenemos para luego quedar apretados el resto del año. Sin control, tengas un sueldo medio o alto, te vas a sentir frustrado interiormente.
–Volviendo a la comunicación virtual, ¿es bueno compartir todo lo que hacemos?
–Como dije más arriba, se desvirtúa el sentido del descanso con toda esa moda de mostrarse en las redes, y es uno de los causantes del estrés posvacaciones. Disfruten del paisaje, no estén pendientes de sacarse las mejores fotos, la pose, disimular los kilos de más o elegir filtros en Instagram, estar pendientes de que en un lugar haya wifi y de cuántos “me gusta” nos dan. No digo que no lo hagan, pero que no se vuelva el centro del viaje, robando el sentido de un descanso merecido tras un año de arduo trabajo.
–¿Cómo hallar lo que nos gusta cuando no lo tenemos claro?
Enfocándonos en lo esencial, disfrutando el momento. Busquemos una actividad cotidiana; a veces en lo más sencillo, como compartir lindas charlas, caminar, cocinar en familia, está el verdadero descanso.
lperalta@abc.com.py