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El congreso juvenil arquidiocesano fue inaugurado anoche en la Catedral capitalina, con una misa presidida por el arzobispo de Asunción, Mons. Edmundo Valenzuela.
El evento prosigue hoy y se extiende hasta mañana, en el polideportivo de la parroquia San Cristóbal (Denis Roa y Del Maestro). El encuentro contempla conferencias, dinámicas y análisis de la situación de los jóvenes.
En la misa, Mons. Valenzuela se refirió a la realidad que desafía a los jóvenes, como la globalización de la indiferencia y del egoísmo, a lo cual se debe responder con la civilización del amor y el compromiso solidario con los que sufren, con los pobres, los marginados, entre los cuales hay un alto porcentaje de jóvenes que ni estudian ni trabajan.
Habló de la valentía que se necesita para transformar la sociedad y, sin decir su nombre, habló sobre Paraguayo Cubas. “Todos estamos convencidos de que nuestra sociedad debe transformarse. No podemos seguir como antes. El país necesita de jóvenes valientes. Esta semana nos llamó la atención la valentía de ‘ese senador loco’. Esa valentía tiene que ser de cada joven; no para ofender, no para insultar, sino para transformar nuestra sociedad con amor y con la fuerza de la verdad. Este congreso tiene esta finalidad”, manifestó.
También recordó que en el Paraguay hay miles de jóvenes cuya vida se encuentra en peligro, sin horizonte, marcada por el egoísmo y los vicios del alcohol, las drogas, el sexo sin responsabilidad, la violencia y la pobreza. Agregó que esas personas serán tenidas en cuenta en este congreso. “Les debemos mostrar un camino diferente, para salir de sí mismos”, resaltó.
Asimismo, pidió a los presentes amar a la familia y a los padres, y que anhelen que se fortalezca la familia cimentada sobre el matrimonio entre el hombre y la mujer.
Instó a los movimientos eclesiales a abrirse con generosidad y espíritu de comunión eclesial y a trabajar en una pastoral de conjunto para fortalecer a la Iglesia. Instó a que sean impulsores de la pastoral juvenil en sus comunidades para fomentar desde ese espacio la educación, la solidaridad y el compromiso político y social. “Les invito a trabajar en una única pastoral”, añadió.
Exhortó a mantener la llama de la fe y del apostolado, recordando la valentía de la beata María Felicia de Jesús Sacramentado. “Aléjense de la cultura del descarte y de la indiferencia. Trabajen por la cultura del encuentro, de la vida, de la esperanza. Hagan de la Palabra de Jesús su meta personal”, recomendó finalmente Valenzuela.