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Estos acontecimientos tuvieron sus repercusiones, tanto en Europa como en América: La formación de una Junta en Sevilla, para seguir manejando la administración del reino no dominado por Napoleón, derivó en serios conflictos.
En el Nuevo Mundo surgió la pregunta de si debía seguirse la suerte de España o resistir en América. Estos territorios eran dominio personal del rey de España, y el rey estaba impedido. Por lo tanto, América podía gobernarse a sí misma. Este pensamiento, conocido como el “silogismo de Chuquisaca”, fue uno de los argumentos de los levantamientos subversivos en Chuquisaca y La Paz en 1809. El resultado: sublevaciones y la conformación de Juntas a la manera de la de Sevilla.
Este alzamiento fue duramente reprimido por las autoridades españolas. Al conocerse estos hechos, una ola de disgusto sacudió el virreinato. Estos y otros acontecimientos iban acumulándose a la gestación de un levantamiento contra el poder español, además de los trabajos subrepticios de algunas sociedades secretas.
Las pretensiones portuguesas
Por otra parte, el traslado al Brasil de la corte portuguesa puso en un plano protagónico a la princesa Carlota Joaquina, hermana del apresado rey español Fernando VII, quien reclamó los derechos sobre los territorios del Río de la Plata. Por su parte, también la Junta Central establecida en Sevilla para ejercer la soberanía española se arrogó el derecho sobre las posesiones coloniales en América.
En cuanto al papel del carlotismo en los sucesos de aquellos días, recordemos que Carlota Joaquina de Borbón era esposa del rey Juan de Portugal y hermana del rey Fernando VII, prisionero de Napoleón. En los sucesos que tenían lugar en Europa y que repercutieron en América, vio la oportunidad de reivindicar sus derechos a las colonias americanas, como miembro de la familia reinante en España, los Borbón.
Desde los tiempos del rey Felipe V, estaba vigente en España la “ley sálica”, que prohibía el acceso de las mujeres al trono español, pero esta medida fue derogada por Carlos IV, padre de Carlota, con la esperanza de una unión dinástica de la península ibérica, cuando esta se casó con el rey portugués.
La idea del reclamo de Carlota de las colonias americanas de España fue fuertemente apoyada por el rey Juan de Portugal, pues, de concretarse, podría significar la anexión de inmensos territorios a la Corona portuguesa.
Para dar credibilidad a una “desinteresada” política, inclusive se hizo pública una fingida separación conyugal –de cuerpos– de los soberanos portugueses –Juan y Carlota–, se le dio a Carlota el tratamiento de “Infanta” española, y se la hizo vivir en otro palacio y no en el palacio real de San Cristóbal.
Los acontecimientos en España y su repercusión en el Río de la Plata
En los primeros días de mayo de 1810, la Junta Central de Sevilla, último bastión del poder español reconocido por los americanos, cayó en manos de Napoleón y fue sustituido por un Consejo de Regencia. Este hecho puso en entredicho la legitimidad del poder español en Buenos Aires y se incrementaron las reuniones conspiraticias.
Yendo al grano, como dicen que decía Belgrano, muchos fueron los episodios inmediatos que fueron marcando el colapso total del sistema colonial español en América: habíamos mencionado el derrocamiento del rey Fernando VII y la devolución, en Bayona, el 2 de mayo de 1808, de la corona española a Carlos IV, la renuncia de este a sus derechos a favor de Napoleón, la abdicación de Fernando VII, y la designación de José Bonaparte como rey de España y sus posesiones coloniales.
No solo el trono de España interesaba al gran corso. Entraban en sus cálculos la conservación de los dominios españoles de ultramar, es decir, América y Filipinas, y, para asegurarlo, había ordenado la organización de una expedición para ocupar Buenos Aires, donde estaba de virrey un francés, Santiago de Liniers.
El enviado napoleónico llegó a Buenos Aires, donde, para recibirlo, Liniers había convocado al Cabildo y a la Real Audiencia. El enviado napoleónico entregó diversos documentos sobre las abdicaciones reales y sobre los últimos sucesos que tuvieron lugar en España.
Para evitar disturbios, las autoridades virreinales del Río de la Plata ocultaron a la población dichos acontecimientos.
Cuando los porteños se enteraron de los sucesos, y teniendo en cuenta que Liniers era de origen francés, los españoles de Buenos Aires aceptaron gustosos la designación de virrey a un español, Baltasar Hidalgo de Cisneros, al frente del virreinato del Río de la Plata. Pero no le esperaba un futuro despejado a Cisneros. Los bonaerenses impugnaron la legitimidad de su designación, cuando empezaron a llegar noticias acerca de control de Napoleón sobre toda la península.
En la capital porteña hubo abiertas exigencias al virrey de la convocatoria de un Cabildo Abierto, a fin de tratar la situación del virreinato después de los acontecimientos en España.
El 22 de mayo de 1810 se formó una Junta de Gobierno. Esta Junta, compuesta por líderes de diversas agrupaciones, tuvo al virrey Cisneros como presidente.
Los líderes criollos, con el apoyo de la fuerza militar y la opinión pública, se rehusaron a aceptar el nombramiento de Cisneros, por lo que la Junta fue disuelta, convocándose un nuevo Cabildo Abierto, el 25 de mayo, que conformó el primer gobierno autóctono bonaerense.
Efectivamente, aquel 25 de mayo de 1810, en votación formal, se decidió en su contra, por lo que Cisneros presentó su renuncia.
En consecuencia, se formó la Primera Junta Patriótica, presidida por Cornelio Saavedra, y, algún tiempo después, Cisneros fue remitido de regreso a España.