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Aníbal Romero Sanabria es director de Fundación El Atelier, desde donde imparte talleres de capacitación profesional y otras actividades dentro del círculo social, cultural y docente del Paraguay. “En mi vida me he propuesto escribir 20 a 25 libros y lo que me propongo siempre lo conquisto a través de un gran esfuerzo y también una soledad muy grande”, dice.
Romero Sanabria es abogado, fue presidente de la Asociación Paraguaya de Agencias de Publicidad y de la Asociación Paraguaya para la Calidad. Colaboró en prensa escrita con varios diarios de nuestro país. Narrador e intérprete de nuestra cultura, nos trae un nuevo material. Su fuente de inspiración vernácula es inagotable.
“El tema me nace constantemente porque hay mucho que decir sobre el paraguayo, tenemos tantas cosas por conocer de nosotros mismos, y también es un aporte para los extranjeros que nos visitan, es notable cómo les cuesta entendernos. Además, respondo a la gente que me para en la calle y me pregunta sobre los libros que escribí, eso me hace dar cuenta de que es necesario seguir escribiendo sobre esto. Esta última obra nos muestra al paraguayo en el espejo risueño de la realidad, con base en comparaciones de valores y antivalores de la cultura paraguaya. El libro se conseguirá en todas las librerías y en Fundación El Atelier”, dice.
–¿Por qué elige la línea del humor?
–Es una característica en mí, soy una persona que todo lo toma en broma, por lo menos en mi vida social. Creo que el humor permite introducir ideas más fuertemente en la piel de las personas. Hablo, por supuesto, de la crítica sana, la que busca mejorar al paraguayo, mejorar al Paraguay.
–¿Cree que el paraguayo sabe reírse de sí mismo?
–Reírse de uno mismo es cuando le tocan sutilmente y con humor las críticas; esto en la mayoría de los casos se acepta. Quienes no saben reírse de sí mismos, aproximadamente será un 10 al 20% de los paraguayos, es porque son argeles o porque se toman la vida exageradamente en serio.
–¿Qué opina de que el pueblo se ría de la corrupción, la sinvergüenzura, las avivadas, el robo, etc.?
–En algunos casos no se ríen de estas cosas, se ríen de las características del paraguayo en esta situación. Todo eso hay que tomarlo con pinzas, como una llamada de atención para todos. La mayoría está en contra de esos males.
–¿Cómo se siente después de casi 20 obras publicadas?
–Ni me doy cuenta, ni recuerdo las obras que escribí, simplemente siento que volqué en la nacionalidad paraguaya el caudal fruto de mi esfuerzo y mi trabajo. Una vez que termino un libro, acaba “el parto”, y empiezo otra obra.
–¿Qué cambiaría en el ser paraguayo?
–Resalto eso en mi libro. El paraguayo necesita cambiar algunas cosas: omandase, omondase, apenas llega a mandar, ya cree que tiene derecho a robar lo que es de todos para su beneficio personal. El paraguayo quiere hacer las cosas vai vai, sin ninguna calidad.
–¿Qué cualidades rescata?
–Lo que yo defiendo es el deseo que tiene el paraguayo de una patria nueva. Una patria donde todos se sientan dueños del país que queremos. El amor a la patria no debe distinguirse solo en las guerras, sino en el trabajo diario, en el cotidiano relacionamiento con otros individuos, el sentido de la paraguayidad debe estar en cada uno de nuestros actos.
–¿Cuál cree que es el camino?
–El paraguayo tiene que lograr 5 valores universales que distinguen a los países en desarrollo: disciplina, orden, higiene, responsabilidad y calidad. Y si le agregamos los valores que tiene el paraguayo, la cordialidad, la humildad, esto nos hará un país más grande y más importante dentro del concierto de las naciones.
La educación es fundamental, empezando por la familiar y luego la de la escuela hasta la universidad; no cansarnos de dar permanentemente las herramientas para que el paraguayo crezca. Cuenta una parábola que un niño que aún no sabía leer, logró armar un rompecabezas del mapa del Paraguay sin conocer geografía, porque simplemente se guió por la imagen de un paraguayo que estaba en el reverso. A eso me refiero, tenemos que armar al paraguayo para armar a nuestra patria, porque lamentablemente se dejaron de trabajar los valores universales.
lperalta@abc.com.py