Cargando...
¿Cuándo vas a volver? La pregunta, en la boca de uno de los 16 chiquitos que viven en el hogar Juan Pablo II, golpea con fuerza en la cabeza de las ciclistas que acaban de visitarlos, al anochecer del día de la Nochebuena. Un rato antes, en bicicleta y vestidos con gorros de Papá Noel, y con colores navideños, habían llegado al hogar de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, en el barrio Tablada.
Llegaron con regalos, globos y haciendo sonar sus campanillas, pero lo que más buscaban los chicos del hogar era jugar, abrazar y ser abrazados.
La iniciativa fue del taller de bicicletas Bicimanía. Su propietario, Nelson Fernández, afirma que es consciente de que “no se puede tapar el sol con un dedo” , en alusión a la inmensidad de la problemática social, pero que le causa mucha satisfacción poder aportar a la felicidad de quienes más necesitan cariño y compañía en las fechas especiales y siempre.
La hermana Eugenia Olmedo, quien está a cargo del hogar, asegura que estos son días de inmensa alegría y que es impresionante la ola de solidaridad que se ha desatado. “Es notable la solidaridad de la gente.
Ellos (los niños) son muy cariñosos y están muy contentos con las visitas de la gente”, relata la religiosa.
El hogar es en realidad una casa, y el anhelo es poder construir dormitorios apropiados para separar a nenas y varones. Los chicos llegaron allí por guarda judicial. Son cinco nenes y 11 nenas, que tienen entre 4 y 17 años. Y aunque están contentos con los regalos que reciben en estos días, lo que más quieren es ser visitados, y que sus “tíos” no los olviden.
Además de visitar el hogar en el trayecto, los ciclistas también entregaron regalos a otros niños y alegraron el ambiente, haciendo sonar sus campanillas.
A su paso, eran saludados por vecinos sentados en las veredas y los conductores de vehículos que se trasladaban para recibir la Navidad con sus seres queridos.