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“Tengo que limpiar las latas y los envases de gaseosas para luego aplastarlos y colocarlos en bolsas de arpillera, y después rematar la boca de la bolsa para que no se caigan al alzar a la carretilla”, dijo.
Posteriormente, llevó los costales repletos a una fábrica, donde le pagan 30.000 guaraníes por cada una de esas bolsas, que pesan en promedio 10 kilos.
Víctor comentó que suele recoger también maderas de distintos tipos que luego las convierte en asientos, que son colocados en patios o en plazas. “Haciendo esos bancos trabajó varias horas, y, al final, las personas no me quieren pagar lo que pido”, indicó.
“Esa es una de las razones que me llevan a dedicar más tiempo a la calle, a juntar los plásticos, ya que es dinero seguro que me pagan”. Expresó que tiene una buena reserva de botellas de plástico y de latas, que las va a ir vendiendo de acuerdo a sus necesidades.
“Algunas veces no encuentro latas suficientes por varios días y por eso es bueno tener una reserva para completar las bolsas, para así no ir a cada momento a la fábrica a colocar el producto”, señaló el hombre, quien no parecía cansado a pesar de ser de madrugada.