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“Ninguno de nuestros hijos del corazón ocupa el lugar de nuestras hijas biológicas, que están en el cielo. Ellos tienen su identidad propia y nosotros colaboramos con ellos para tener un hogar y que crezcan felices”, resaltó, y recordó que con su esposa tuvieron dos años de tratamiento, sin poder ver la luz del sol.
Ambos sufrieron quemaduras de segundo y tercer grado y tienen injertos de piel en el rostro, en las manos y los brazos, y tuvieron que vivir muchos años con ropas compresivas especiales.