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“Es muy desagradable llegar y no poder entrar a mi propia casa. Esto es más crítico al mediodía, de noche y los fines de semana”, enfatizó. Se quejó también por el agua servida y hedionda que inunda su cuadra y el gran número de niños mendigos que se instalan frente a su casa. “Orinan contra la muralla y el portón de mi garaje. El olor desagradable se puede percibir en la vereda, donde también acumulan sus restos de comida, bolsas y botellas de bebidas alcohólicas”, relató. Pidió la intervención más efectiva de la Municipalidad de Asunción, ante la cual ya presentó numerosas quejas, según aseveró.