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Durante su homilía, especialmente dirigida a la comunidad educativa del colegio Salesianito, el obispo emérito de San Juan Bautista, monseñor Medina exhortó a los niños y jóvenes a elevar una oración por los políticos y gobernantes “para que se iluminen y puedan tener amor a la patria y al pueblo. Conviene pedir hoy por las autoridades porque nuestra patria está mal, está entregada, hipotecada a grandes poderes sin pestañeo y sin dolor”, alertó.
Luego exclamó: “¡Quieren entregarnos!, incluso quieren que reine un corporativismo donde ya no manda nadie sino solo las empresas, grandes empresas, que ya saben ustedes no quieren pagar lo que tienen que pagar y es terrible”.
También pidió a los jóvenes a instruirse, estudiar y entregar su vida al Señor. A elevar siempre una oración por las familias. Instó a tener siempre un corazón misericordioso como el de Jesús, sin rencores y sin malicia, sino entregado al amor y a la compasión por el prójimo. En ese momento, también solicitó ser siempre solidarios con los desamparados de nuestro país.
Clamó para realizar una constante oración por los damnificados de Misiones y Ñeembucú. Pidió seguir siendo solidarios con esas personas que lo han perdido todo. A las autoridades instó a que busquen mecanismos para, de una vez por toda, salvar a los pobladores de los continuos embates de las inundaciones construyendo un muro de contención u otras alternativas.
“Los ni-ni”
Mons. Medina se refirió a los jóvenes excluidos, diciendo que la Iglesia ve con alarma que existan 270.000 jóvenes “ni-ni”, es decir, que no estudian, ni trabajan. “Y que van a ser estos en un futuro, serán delincuentes”, afirmó preocupado.
La consagrada imagen del Sagrado Corazón de Jesús salió de su templo, ubicado en Manuel Domínguez y Capitán Figari de Asunción, para una procesión por las inmediaciones acompañada por cientos de fieles y estudiantes del colegio Salesianito. Durante el trayecto se hizo una parada para elevar una oración por el joven Diego Báez Mellid, asesinado –en el 2001– de una puñalada por delincuentes que le arrebataron la mochila, a la salida del Salesianito.