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“La crianza respetuosa es una forma de abordar el ejercicio parental que considera al niño como un sujeto de derecho, las bases fundamentales son el respeto, el respeto a los procesos evolutivos de cada niño, el niño en su individualidad, el amor sin condicionamientos y los límites no punitivos. Se circunscribe como marco teórico a la teoría del apego, desarrollada por el psiquiatra y psicoanalista infantil John Bowly”, introduce la psicóloga Rosarito Franco, especializada en Maternidad, Paternidad y Crianza.
–¿Cuál es la base de la teoría de Bowly?
–Que los seres humanos necesitamos contar con un apego seguro que nos garantice protección, amor y alimento para desarrollarnos sanamente.
–Los padres cuidan naturalmente; ¿por qué habría que reaprenderlo?
–Es natural porque es instinto, somos mamíferos. El ser humano es el único mamífero que no sobrevive sin los cuidados de protección y cuidado. Sin embargo, hoy día se debe reaprender porque, aunque parezca inverosímil, las madres reciben reproches en su entorno familiar, “esto de criar así es una moda, vas a malcriar a tus hijos, tenés que corregirlos”. Pero lejos de estar basado solamente en el instinto, la crianza con apego tiene bases científicas.
–¿Nos enfocamos más en mamá?
–Un recién nacido necesita una figura de apego que se involucre amorosamente y cubra sus necesidades. Lo ideal es la madre o quien cumpla con cabalidad el rol de la figura materna. A falta de ella, el padre o cuidadores familiares podrán constituirse en figuras significativas de apego mientras sea consolado y tranquilizado por su presencia. Los padres son las figuras de apego primarias.
–Denos algunos puntos sobre cómo se aplica la crianza respetuosa.
– 1. Dosificar el “no”, preguntándonos si es necesario decir que no a lo que está pidiendo. ¿Por qué lo pide? ¿Es una verdadera necesidad o un capricho? Si le decimos que no le damos el celular y llora sin parar, evaluar qué ejemplos le damos al respecto y si su pedido tiene mensaje de necesidades subyacentes (busca atención, mimos, mirada, etc). Podemos preguntar: “hijo ¿qué pasa, qué necesitás, estás enojado?”, y acercarnos a darle un abrazo.
2. Adecuar al niño al ambiente y alejarlo de los inapropiados: si entramos en un ambiente lleno de cosas delicadas y peligrosas con un niño de 2 años, difícilmente no diremos “no” a todo, tampoco mantendremos la paciencia. Y si debemos estar en un sitio así con él, salir cada tanto. Porque ¿por qué un niño debería comportarse como un adulto? ¿Es mala conducta de él o mal tino de los padres?
3. Ser flexibles: Si realmente no tenemos prisa y no le va a hacer ningún daño quedarse 10 minutos más en la bañera, ¿para qué decir que no? Podemos decir que sí y todos felices. Si quiere jugar con un cuchillo porque te ve cocinar, ¿por qué no darle una verdura fácil de cortar con un cuchillo de plástico?
4. Ser coherentes y ofrecer alternativas: No pedirle gritando que no grite. Si no quiere comer, ofrecerle dos o tres alternativas, así volvemos más horizontal la toma de decisiones, tomando en cuenta las decisiones del niño.
5. Aprovechar las consecuencias naturales como aprendizaje: Una de las cosas que más inadecuadas me parece acerca del castigo es lo ilógico de usar consecuencias artificiales, desmesuradas. “Por esto que hiciste te quedarás acá solo y nos vamos todos”. ¿Quién deja solo a un niño de 4 años?
–Suena ideal, pero pienso en nuestros patrones, herencias.
–Hay padres que hoy le dan este enfoque a su crianza, pero mentiría si dijera que son los más, puesto que nuestra sociedad está atravesada por el autoritarismo, hay un poder desmedido del adulto sobre el niño para vulnerarlo y violentarlo. Cuesta romper ciertos patrones establecidos culturalmente, pero de a poco vamos creando conciencia de que antes no era mejor.
–¿Qué casos atiende más en consultorio?
–Generalmente los padres traen a los niños a consulta, pero el niño termina trayendo a sus padres. Los motivos más comunes son: falta de límites, niños y niñas con terrores nocturnos, ansiedad por separación, fobias, tics nerviosos, niños que no puede manejar relaciones interpersonales con sus pares o con figuras de autoridad. El problema principal que veo es que como somos hijos de la dictadura y padres de la democracia, tenemos miedo a no educar como nos educaron, pero ese mundo para el que nos educaron cambió. Muchos no saben dialogar con sus hijos, validar sus emociones, acompañarlos en sus procesos. El miedo a perder autoridad los hace caer en el autoritarismo o en el poco compromiso con la crianza.
–Siempre se buscan resultados nobles o, para algunos, exitosos para los hijos.
–Un hijo no es un lavarropas, no trae manual de instrucción, tampoco hay recetas para ser padres. Hay mucha expectativa y poco acompañar y ver al hijo real. Se busca un modelo exitista: el hijo habla 3 idiomas pero no sabe comunicar sus emociones; toma muchos cursos y tiene poco tiempo para jugar y estar en casa. Hoy se necesita calidad y cantidad de tiempo con los hijos.
–La condescendencia, el evitar los “no”, ¿no creará seres frágiles cuando salgan al mundo cruel?
–Un niño criado desde el respeto tiene muchas más ventajas que cualquier otro niño, porque tiene mayores y mejores herramientas emocionales para librar con la presión, con la frustración, con sus propias necesidades y con las de los otros. Mayor autonomía, se relaciona mejor con pares y adultos, expresa sus necesidades o disgustos y limita a quien quiera avasallarlo.
–Nos decía que esta crianza también se aplica sobre el adulto.
–Cuando un padre asume consciente y consecuentemente la crianza respetuosa, somos los adultos los que terminamos siendo “reeducados” en este propósito de vida internalizado para ellos. Somos espejo. Para criar y enseñar con respeto debemos ser respetuosos. Así logramos no reproducir y cortar el ciclo de violencia.
–¿Cómo saber que se respeta al hijo, sin perder la noción y acabar dominado por él?
–Entendiendo que en ningún momento para respetarlos a ellos, tenemos que perdernos el respeto a nosotros mismos. La crianza respetuosa es un modo de vida, una cosmovisión, una idea sobre la infancia que implica que nuestros hijos son personas a las que debemos respetar. No caigamos en consejos infundados de la presión social, reflexionemos siempre cada paso que demos en el modo de criarlos. Una crianza respetuosa se sostiene en el tiempo.
–¿Qué frase nos dejaría para pensar?
–Hay una que me gusta mucho y es de la educadora de padres Pam Leo: “Eduquemos niños que no tengan que recuperarse de su infancia”.
lperalta@abc.com.py