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Tiempo de colores brillantes y de aromas veraniegos, de sueños compartidos con quienes amamos. Pidamos que no falte el pan en cada mesa ni los agradecimientos profundos, los abrazos largos y hasta las lágrimas dulces por aquellos que ya no están físicamente pero viven dentro de nosotros.
Que la serena alegría y paciencia de los abuelos como la inquietud y bullicio de los niños inunden los hogares de felicidad.
En todas las casas, a su manera, la Navidad paraguaya reúne a la familia alrededor de la cena de Nochebuena, los pesebres típicos y arbolitos.
Esta fecha especial tiene en nuestro país la particularidad de reforzar los lazos familiares a través de las tradiciones y el reencuentro. En amena charla no faltarán los suspiros por las navidades pasadas, recuerdos que alimentarán la intimidad de una esperada medianoche.
Época aromática de flor de coco, de blancos jazmines, frutas de estación y comida casera; obsequios de todas las texturas y tamaños, visitas inesperadas.
No importa cómo está el mundo, siempre llega la Navidad y el mensaje que nos trae es el de vivir con esperanza ante lo difícil de lo triste, el dolor y las decepciones humanas.
Salud, brindemos para fortalecernos en el más noble sentimiento.
Dejemos mansamente que la estrella de Belén nos guíe para encontrar el camino hacia un país y un mundo mejor.
Por una Nochebuena juntos, encendamos las luces de nuestras virtudes en la mente y el corazón. Conspiremos en un plan de amor y generosidad.
¡Feliz Navidad! es nuestro deseo para todas las familias paraguayas, las aquí presentes y las que están en la distancia, y también para aquellas extranjeras que abrazaron y aman nuestra tierra.