No vidente es el mejor egresado de su promoción

Ariel Ruiz Díaz (18) perdió la vista al nacer, pero gracias a una estimulación temprana, la determinación de su madre, a un colegio inclusivo y, por supuesto, a su propio esfuerzo, ayer fue distinguido como mejor egresado de su colegio y pronunció un mensaje a favor de la integración.

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Con un promedio de calificación cinco, el joven es el mejor egresado de su promoción en el colegio Luis Alberto de Herrera, que incluye tres bachilleratos diferentes. Como muchos a su edad, tiene esperanzas de conseguir un trabajo lo antes posible y continuar sus estudios universitarios. Quiere estudiar Ciencias de la Comunicación.

Al nacer, Ariel necesitó una incubadora. Allí sufrió un desprendimiento de retina que marcó su futuro. Gracias al asesoramiento oportuno y la determinación de su mamá, Wilfrida Roa, pudo recibir estimulación temprana desde los seis meses de edad. En la escuela para ciegos Santa Lucía, aprendió a leer y a producir sus propios textos en braille, y también a desempeñarse solo en cuestiones tan básicas como atarse los cordones y lavar ropa.

Cuando pasó al segundo grado, los especialistas recomendaron que asistiera a una institución educativa del sistema normal, y así fue como se inscribió en la escuela Niño Jesús de Praga. “Mi mamá, que es madre soltera, me acompañaba a clases en primer grado y me ayudaba. Después, por recomendación de los profesores, me tuve que independizar, y creo que eso fue bueno para mí. Los compañeros me ayudaban. Mis compañeros me dictaban los textos y yo los iba copiando en braille”, cuenta.

Al principio, Ariel iba a clases con su regleta, una plantilla cuadriculada que permite punzar el papel y escribir en braille. Así copiaba las lecciones que le dictaban los compañeros. Ahora se maneja con una computadora portátil que le lee las lecciones. “Física fue lo más difícil para mí, porque no existe una calculadora para no videntes. Tenía que buscar un método para calcular”, afirma.

No todo fue fácil. Ariel recuerda que antes de llegar al colegio Luis Alberto de Herrera varios colegios públicos lo rechazaron “por no ver”. Y aunque dice que siempre tuvo profesores que lo apoyaron, todavía siente que falta capacitación en el magisterio para trabajar con personas con discapacidad, y también falta en la sociedad una actitud más integradora. Por suerte, asegura, las cosas están cambiando para mejor, aunque todavía lentamente.

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